¿Negro, mestizó, blanco?
Obama no es negro, es medio negro medio blanco; propiamente mulato. Pero a efectos de la política mundial y de la ordinaria presión que Estados Unidos ejerce sobre el mundo desde el fin de la segunda gran guerra, tanto da que sea negro, blanco o mestizo. En realidad y en lo fundamental, que es el papel de Estados Unidos en el mundo, lo mismo da A que B en la Casa Blanca. Lo único que varía si llega a la presidencia Obama es que no será wasp. Pero recuérdese que para llegar a ella, quien quiera que sea ha tenido que dejar mucho cadáver en el camino. Lo sepa el aspirante o se lo oculten sus fontaneros... No recuerdo que algún presidente norteamericano haya cambiado el mundo ni haya practicado la no injerencia en su relación con las naciones. A todas las ha tratado como provincias vasallas, con más o menos disimulo.
Da lo mismo uno que otro, porque Estados Unidos es mucho más que todos sus presidentes juntos: iconos, mitos de carne y hueso para exaltar mejor el antropocentrismo y el individualismo atroces. Fijémonos bien, Estados Unidos, a efectos políticos, es la CIA, el FBI, el Pentágono, la Asociación del Rifle y el Ku Klux Klan. Estados Unidos es el Creacionismo y las universidades que analizan frivolidades sobre el comportamiento humano. Estados Unidos es la brutalidad personificada y un cine impuesto imperiosamente que va deformando por épocas la percepción de la realidad al compás de sus convulsiones. Estados Unidos, con presidente blanco o negro, no es más. Estados Unidos, como todo imperio y por el tiempo que dura, va sólo a su bola. Ha ignorado siempre qué es y cómo es el humanismo cuya cuna está en Europa. Cada presidente que desfila no es más que un títere en manos de varios titiriteros.
Puede ser que me equivoque en todo caso, la única manera que tiene Obama de cambiar el mundo es ordenando al Estados Unidos espacial, que deje al mundo en paz. Basta que permita a los países vivir su vida y su cultura, para que todo cambie. Impida, en cuanto llegue a la White House, Obama a la CIA introducirse en los centros neurálgicos de los países, y se habrán hecho tres cuartos de la paz mundial. Prohíba, a quienes corresponda, que se metan en camisa de once varas; oblíguelos a dejar que el socialismo se desarrolle allá donde germine la semilla –sobre todo en los países latinoamericanos-, a dejar a las naciones del mundo que ventilen ellas solas sus asuntos, y habrá cambiado la faz de la tierra. Es fácil. Como es el no empeñarse en doblegar a personas y naciones, con toda clase de pretextos...
..Y si es realmente honrado y apura mucho sus presuntos nobles propósitos, lo más probable es que acabe baleado con mira telescópica. Como John Fitzgerald Kennedy.
José María Domínguez