Cuando se habla de corrupción en el lenguaje vulgar (esto es, el lenguaje que usa el vulgo, el pueblo llano), siempre se hace referencia, inequívocamente, a comportamientos delictivos de las autoridades o funcionarios, por más que, quien así se expresa, no sea capaz de acertar a calificar, en términos precisos, de qué delito de los tipificados en el Código penal se está hablando. No hace falta ser un jurista para comprender que si un ministro, un conseller o un alcalde o concejal acepta dinero por otorgar la concesión de un servicio público a una empresa privada, o por adjudicar una determinada obra pública, o el desarrollo, como agente urbanizador, de un determinado plan urbanístico, ese funcionario está cometiendo un delito, sin importar mucho si se está ante un cohecho o ante una prevaricación, o ante ambos.
El Partido Popular está atravesando su particular peregrinar por el desierto. Como lo atravesó el PSOE en su momento. Y es que el sistema corrompe, o está particularmente corrompido y casi nadie escapa a él. Poner un pie en determinadas esferas es casi sinónimo de penetrar por esa insondable puerta del dinero y los negocios sin control. Comienzan por no declinar la invitación a cenar de un empresario y puedes quedar enganchados para siempre. El sector más radical y extremista del Partido Popular, autodenominado como los libegales, utiliza a menudo las máximas de la propaganda de las dictaduras de ultraderecha, control de todos los medios de comunicación incluidos para intoxicar a la población de forma de todas sus causas integristas nacionalcatólicas o fundamentalistas de libre mercado queden justificadas, sus prácticas de corrupción sean culpa de los demás por investigarlas, y los delirios déspotas y facinerosos de la presidencia de la Comunidad de Madrid se asuman bajo la máxima cósmica. Me gustaria que el Presidente del Partido Popular no utilizara ese doble rasero, “los demas son corruptos, en nuestras filas no hay ningún corrupto, la justicia los absorberá”, para mi entender esta cometiendo un error, el tiempo podrá a cada cual en su sitio. El Tribunal Supremo del Estado español se encargara de ello, más aunque alguno le pese
Entradas
