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domingo, 13 de junio de 2010

LOS MERCADOS Y EL HOMBRE NUEVO

Los Mercados se convierten en la fuerza telúrica, en los nuevos hados protagonistas de la tragedia. “Hay que restablecer la confianza de los mercados”, dicen a coro los medios de comunicación, la intelectualidad, los políticos y sindicalistas. Los mercados como potencia sobrenatural por encima de los designios humanos señalan con su dedo divino quiénes son los hundidos y los salvados. Hoy el destino fatal y ciego le toca a Portugal y mañana puede cebarse con Islandia, con Grecia o con España. Hace años se acabó el cuento de la globalización feliz y ahora termina la quimera del euro. La Guerra de Irak quebró las fantasías tramposas de una democracia de mercado benéfica y universal; la crisis financiera desmantela en este momento el castillo de naipes de la unión monetaria europea.

El "hombre nuevo" de la izquierda hace ya tiempo que entró en crisis. En su antípoda, en la concepción "occidental" moderna, hoy ya globalizada y en versión post moderna incluso, la antropología subyacente descuella por su creciente desinterés por lo humano. Que el mundo no es un paraíso es algo por demás de evidente. De todos modos, ¿estaremos en condiciones de aspirar a algo mejor con los medios técnicos con que contamos actualmente? Todo indicaría que sí. ¿Pero por qué resulta tan difícil alcanzar ese ideal? ¿Cómo es posible que pese a una acumulación de riquezas nunca vista antes en la historia asistamos a una creciente cantidad de desesperados? ¿Cómo entender que entre los sectores más dinámicos de la Humanidad estén la producción de armas y de drogas, por delante de otros aspectos evidentemente más importantes en cuanto a la satisfacción de necesidades y dadores de una mejor calidad de vida? Desde hace unos dos siglos el "hombre moderno", racional y científico, y surgido en Europa, no olvidar se ha venido imponiendo como centro de la cosmovisión dominante. Es él quien ha construido la sociedad moderna: industrial, de masas, consumista. Hoy ya prácticamente ha desplazado en el mundo entero otras perspectivas culturales, relegándolas a un segundo plano (como "primitivas") o simplemente desapareciéndolas. Los primeros atisbos de organización medianamente compleja, superado el estadio del cazador primitivo sin producción excedente, ya evidencian estratificaciones; la lectura hegeliana de la historia no podrá entonces menos que inferir una dialéctica del amo y del esclavo como estructura de lo real. Pero si bien la historia nos confirma esto, el desarrollo contemporáneo nos descubre una situación nueva: estamos ante una Humanidad "viable" y otra "sobrante".

Lo humano es toda esa compleja, confusa, increíblemente complicada mezcla de posibilidades. Por lo tanto, cambiar la situación mundial, las injustas relaciones humanas con que hoy día nos encontramos, implica una transformación de diversos ámbitos. Las relaciones económicas siguen siendo, sin duda, la roca viva que decide la suerte de nuestra historia como especie; junto a ella, o más bien: entrecruzándose con ella, se articulan otras desigualdades, otras injusticias que también deben ser abordadas en función de una mayor equidad..