Translate

Entradas populares

Powered By Blogger
Powered By Blogger

jueves, 16 de diciembre de 2010

DIVISIÓN

Nos dividen porque hoy, como en una psicodélica pesadilla de viaje a la época feudal, el espejismo de la anhelada libertad se ha desvanecido para convertirse en la “libertad del mercado” sobre cualquier otra libertad humana o política. La libertad para despedir, la libertad para obligar al trabajador a aceptar salarios de miseria, la libertad para encadenarle al miedo a querer cambiar el estado de cosas, la libertad para apropiarse de lo público en una operación en masa de depredadores que han caído sobre los restos del cadáver del Estado del Bienestar, la libertad del más fuerte, la libertad de los plutócratas y especuladores para decirle al político “tú estás ahí para obedecer mis deseos y órdenes”. Donde anida la necesidad no puede reinar la libertad. La libertad auténtica, además de la de reunión, asociación, expresión, representación y voto está sobre todas las cosas en la liberación del ser humano de sus necesidades; de la necesidad de tener un trabajo digno, seguro y bien remunerado, de la necesidad de acceder a la vivienda, la educación, la cultura y una sanidad que le proteja de la enfermedad sin pagar por ello más allá de sus impuestos. Sobre lo que se nos viene encima en la privatización de la sanidad (cuando desaparezca nominal y realmente el Sistema Nacional de Salud, que desaparecerá antes de lo que imaginan, y sólo les quede la opción de contratar un seguro de salud privado). Siempre fueron las cosas así dentro del orden capitalista, perdón, del “libre mercado”, o de cualquier otro que se basara en la riqueza de unos pocos montada sobre la explotación y la pobreza o el reparto desigual del resto. Pero hubo épocas “doradas” en las que, al menos en buena parte del llamado mundo rico y desarrollado, se disimulaba todo ello un poco bajo una apariencia engañosa, pero confortable para la mayoría, de “equidad” y “justicia social”.

Nacemos desiguales desde la propia calidad o precio (que no es lo mismo) de la cuna y sólo las instituciones y una política auténtica de igualdad pueden nivelar esas diferencias. Hoy asistimos a la más descarada concentración de riqueza en menos manos, a costa del resto, incluidas unas clases medias, que cierran los ojos, aprietan los dientes y deciden resistir mirando hacia delante, nunca a los lados, esperando que escampe. No escampará. La crisis se acrecienta de día en día para asalariados de distintos niveles adquisitivos y para autónomos, pequeños y medianos empresarios. El empobrecimiento absoluto, no simplemente relativo alcanza ya no sólo a personas que han perdido su empleo sino a clases medias que jamás imaginaron revolver en la basura por las noches para encontrar su medio de subsistencia, es el día a día.