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lunes, 14 de marzo de 2011

COMO LA VIDA MISMA


Hoy hay personalidades políticas que son escuetamente antineoliberales y que su opción al respecto en modo alguno es casual. Muchos socialdemócratas son antineoliberales pero no son, en modo alguno, anticapitalistas. De la misma forma que hay fuerzas políticas que declaran rechazar el capitalismo mientras promueven programas escuetamente socialdemócratas. Que muchos militantes de la izquierda política prefieren cerrar los ojos ante lo que está ocurriendo en ésta. La izquierda política, obsesionada con las elecciones, parece firmemente decidida a atraer a viejos votantes del Partido Socialista descontentos con la deriva de éste. El resultado es un proyecto aberrantemente socialdemócrata, cortoplacista y orgullosamente ignorante de los imponderables que nacen de la crisis ecológica.
La gran mentira fue venderle a buena parte de la población del planeta el “sueño de la casa propia,” un sueño que además contaba con que esa “casa propia” iba a irse transformando en un pequeño castillo suburbano. Con las casas, nos pasó algo similar a lo que nos pasó con los autos –fueron desapareciendo los económicos en favor de los lujosos y costosos, nos acostumbraron a pensar que era “normal” pagar 30 o 40 mil euros por un vehículo aunque en el proceso nos demoraramos diez años. Con las viviendas fue algo similar, crecieron en tamaño y en lujo, aumentando marcadamente de precio, un precio que era aparte inflado.
Hemos vivido en sociedades que además basan sus satisfacciones por décadas ya esencialmente en consumir. ¿Que hacer si no pueden consumir porque ya no queda con qué? La primera opción, confundirse mucho y no saber que hacer. Otra opción, escapar a como de lugar. La final, enfrentar la realidad.  El sueño prometido está siendo negado, es un sueño imposible pero eso es un tema en si mismo. Hay negación a aterrizar pero es la realidad diaria que nos aterriza. Estamos frente a una gran transformación en nuestra forma de vivir. No sólo la crisis, es la cercanía al final del petromundo. Las mentiras de los más ricos y sus medios oscurecen el camino. Esta transformación que enfrentamos podría haber sido buscada conscientemente y ser positiva, un mundo diferente, sustentable, posible. Pero ha sido más bien una transformación inevitable, y sentimos que no tenemos mayor control. El mundo deseado, el del consumo sin fin, se nos va de entre los dedos como arena de playa.
La vida puja, se acepta o te pasa por encima. Habrá llegado la hora de la verdad y de luchar para transformar lo posible para vivir humanizadamente. Con valor y humor, o como dice irónicamente el lema nada menos que de la CIA: la verdad habrá de hacernos libres...Por un mundo mejor posible para todos y todas...