Hoy
no voy a escribir sobre economía, ni derechos laborales ni voy a denunciar
ninguna actitud políticamente no correcta, hoy escribiré sobre la AMISTAD. El
origen etimológico de la palabra amistad no ha podido ser determinado con
exactitud. Hay quienes afirman que proviene del latín amicus (“amigo”), que a su vez derivó de amore
(“amar”). Sin embargo, otros estudiosos afirman que amigo es un vocablo griego
compuesto por a (“sin”) y ego (“yo”), por lo que amigo significaría “sin mi
yo”. En todo caso, la amistad es una relación afectiva entre dos personas y una
de los vínculos interpersonales más comunes que la mayoría de los seres humanos
tienen a lo largo de su vida. La
amistad involucra diversos sentimientos, donde un amigo acude al otro en busca
de confianza, amor, consuelo, respeto y compañía, por ejemplo. Estas relaciones
se presentan en todas las etapas de la vida, aunque con distintos grados de
importancia y trascendencia. Se dice que hay amistades que nacen a los pocos
minutos de comenzada una relación, y otras que pueden tardar años en
consolidarse. Entre los componentes que forman una amistad, puede mencionarse
el agrado al compartir actividades, el entendimiento mutuo, la simpatía, la
sinceridad y el interés y la preocupación por el otro. Cabe destacar que, en
ocasiones, la presencia física no es condición indispensable para la amistad.
Por eso existen numerosas amistades desarrolladas por correspondencia o, en la
actualidad, a través de Internet La amistad es una cajita de cristal. Pequeña,
transparente, donde guardas allí dentro todos tus pensamientos, ideas, cariño y
amor. Un cristal fino donde te reflejas. Material en el que están hechos tus
sueños. Son porciones de tu corazón que intentas que no se rayen nunca. Un
amigo es más que una persona. Algo que no es físico, algo que siempre llevas.
Es eso que recoges por el camino y guardas en tu cajita de cristal,
cuidadosamente acomodado en su interior de terciopelo. Todo eso en lo que
crees, en lo que confías, en lo que sientes. Eso que más allá del mundo
encuentras. Eso que te abraza cuando piensas que no puedes más. Algo que
lamentas no ver. Porque el amigo no se ve, no se toca, no se huele. Simplemente
lo sientes. Y, aunque se encuentre sentado a tu lado, tú nunca lo ves como la
materia física que es. Su esencia oculta entre los pliegues del terciopelo de
tu cajita de cristal. A veces lo miras a los ojos. A veces sientes su
presencia. Sin embargo, el amigo no es la persona que ves. Es la persona que
sientes. Es aquello por lo que darías todo.
Menos tu cajita de cristal… ¿pero que ocurre cuando te encuentras unos
amigos que hace mas de cuarenta años que no vez? Lo primero una grata sorpresa,
seguida de una alegría infinita, siente como si el tiempo no hubiera pasado,
que tu sigue siendo aquel muchachote desgarbado y que ell@s están allí para
apoyarte en tus proyectos, si no están de
acuerdo contigo, ponerte tus propias contradicciones delante de tus ojos.
sábado, 25 de febrero de 2012
AMISTAD
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