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miércoles, 6 de febrero de 2013

Cloaca de País


Esto es una gran cloaca, con su inmundicia pestilente y sus aguas fecales que es lo que ha convertido el Reino de las Españas. Y huele la corrupción  invadida por el desagradable olor que despiden sus políticos, sus banqueros, los sindicatos mayoritarios, las principales instituciones del estado, desde el gobierno de la nación a la Casa Real, desde el Tribunal Supremo o el Constitucional a las Comunidades Autónomas, pasando por el Congreso o el Senado y sin olvidarnos de los parlamentos autonómicos, las Diputaciones Provinciales o los Ayuntamientos. Como digo, es un olor nauseabundo, que se adhiere a las fosas nasales y no hay forma de quitárselo de encima. Así, de buenas a primeras, es como el olor de la mierda que circula por las  cloacas, pero mucho peor. No pasa una sola semana en que no se destape un nuevo caso de corrupción: el de la ITV, el Gurtel, los ERES, los trajes de Camps, la CAM, Carlos Dívar, el caso Bárcenas, el caso Noos, etc., etc. Son tantos y tan variopintos que tratar de elaborar una lista minuciosa se antoja tarea hiperbólica y nos llevaría algunas horas y además siempre correríamos el riesgo de olvidarnos algún nombre importante. Los telediarios (excepto el de la primera) se han vuelto monotemáticos: Bárcenas, Urdangarín, Pujol, Fabra, Isabel Pantoja y Julián Muños, Zoe Alameda y Carlos Cuevas, etc., etc. Sólo con estos nombres hay para llenar varias horas de parrilla televisiva y cientos de miles de páginas impresas. Lo de los últimos días ha sido la gota que colma el vaso. Me refiero, como no, a los ya célebres “papeles de Bárcenas”. Si llega a confirmarse la veracidad de lo que estos días han publicado El Mundo y El País, y todo apunta a que acabará confirmándose, estaríamos ante un escándalo de tal magnitud que no me atrevo ni a calcular sus consecuencias. Porque, ¿qué podemos esperar de los dirigentes de un país que se mueven por el mundo como si fuesen integrantes de la Camorra Napolitana, la Cosa Nostra o la Mafia rusa?. La respuesta es obvia. Podemos —y debemos: es una obligación moral con respecto a nosotros mismos pero también hacia los demás— organizarnos. Plantarles cara. Obligarlos a que se vayan. No participar de esta terrible farsa que es el sistema actual español. Tenemos que hacerles ver que no los queremos y lo que es mejor, que no los necesitamos. Que se enteren de una vez. No los necesitamos. Ante la situación que no encontramos en esta Cloaca que tenemos por País el primer paso que tenemos que dar es la DESOBEDIENCIA CIVIL.