La condición de
explotación entendida o clase dominada, más allá de la dureza de las
condiciones laborales, como tiempo de trabajo no remunerado es la esencia misma
del sistema capitalista, actualmente en crisis, como se manifiesta
particularmente en el caso español. Además es importante resaltar que dicha
crisis no afecta por igual a la sociedad en su conjunto, ya que hay una clase
social que no solamente no se ve perjudicada, sino que además mejora su
condición económica. El objetivo de comprender la dinámica de la sociedad e
identificar aquellos aspectos que nos parecen injustos para así poder
transformarlos. Para ello, es necesario explicar el porqué de los mismos pero
sin ninguna intención de aleccionar ni de imponer las normas de funcionamiento
de una nueva organización social. En este sentido, se considera que la
posibilidad de un espacio de creación común de una sociedad nueva sólo existirá
tras un cambio de fondo. ¿En qué se puede basar el desarrollo de una conciencia
social que sea funcional a este cambio social?. La explotación y la
distribución del ingreso son aspectos de nuestra sociedad que condicionan en
gran medida la calidad de vida de la mayoría de la población. Y sí, es de la
mayoría de la población porque la suma de los trabajadores asalariados y de los
desempleados llega casi al 90% de la población desde la década pasada. En este
sistema es necesario plantearse una serie de transformaciones estructurales que
tengan como fin último eliminar la creciente desigualdad social y mejorar la
calidad de vida de los trabajadores, permitiéndoles apropiarse de los frutos de
su propio trabajo sin que nadie tenga la lícita capacidad de arrebatárselos.
Ante esta situación nos encontramos como clase dominada.
No es la primera
vez en la historia que la clase dominada se encuentra también ante un tal
dilema; pero sería el colmo que, después de todo lo que nos han robado y que
ellos se han forrado gracias a este sistema corrupto y corruptor, cayéramos
otra vez en la ilusión de que es posible su regeneración con el simple cambio
de gestor y nos dejáramos imponer de nuevo una solución. Y más con lo que hemos
podido saber en estos últimos años sobre la manera en que tal corrupción ha
contaminado todos los partidos políticos que han ejercido funciones
gubernamentales. Como también porque, ante lo inevitable del empeoramiento de
la situación económica y social, y ante la traición de los que dicen
representarnos, pero que "no nos representan", la ciudadanía se está
haciendo más proactiva, más exigente, más participativa, y de más en más
considera la rebelión como la única solución para salir de esta situación. No
olvidemos lo que la historia nos ha enseñado: para conseguir algo hay que
luchar por ello. Debemos ser pues conscientes de ello; pero también de que
mucha gente vota por no ver otra manera de manifestar su indignación contra el
sistema de explotación y dominación dominante. Y que no por ello se abstiene de
acudir a las manifestaciones ni dejará de participar en cuantos actos
reivincativos revolucionarios, si las
circunstancias la hacen inevitable. De ahí pues la necesidad de no cortar los
puentes con ellos y de hacer todo lo posible por que, llegado el momento,
puedan unirse a los que ya estaban convencidos de que no hay otra solución que
la rebelión. La solución pasa pues por la
movilización y por dar a ésta un objetivo que de verdad haga reflexionar a la
clase dominante explotadora.