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martes, 2 de abril de 2013

Lacra

Evidentemente, intentar explicar las causas de los déficits comerciales de los países del sur de Europa no es una tarea sencilla ya que múltiples factores influyen en dicha situación. Eso sí, las diferentes estructuras productivas de los Estados ostentan un gran peso en dicha explicación ya que éstas condicionan en gran medida el valor agregado de la producción de cada economía y, en consecuencia, tras exportar e importar mercancías o servicios, su posición comercial. A grandes rasgos, mediante una somera aproximación, podemos afirmar que las economías de países como Alemania o Suecia se caracterizan por potentes sectores industriales con altos niveles tecnológicos mientras que en los países del sur de Europa destaca más el sector servicios, sobre todo el turismo, el cual suele identificarse por sus bajas tasas de productividad. Por tanto, las diferentes situaciones comerciales observadas nos muestran, en última instancia, que el proceso de construcción europea ha tendido a acentuar las divergencias productivas entre los Estados poderosos y los países periféricos.
La vivienda es otro de los problemas de los pises periféricos esto  apunta a que el Estado tome las riendas de la situación mediante viviendas de propiedad estatal ofertadas a través de un alquiler social. En este apartado, el esfuerzo del Estado español palidece también ante cualquier comparación europea. Pero aunque parece que en este caso se puede superar el antagonismo propietario-arrendatario, en realidad este se pasa a expresar en otro nivel: en torno al origen del financiamiento del Estado para cubrir el coste de las viviendas sociales subvencionadas. Eso es, si la factura se paga con impuestos sobre el trabajo (salarios) o sobre el capital (beneficios). A lo que hay que añadir el conflicto en torno a la exclusión del capital de espacios de rentabilidad muy suculentos como es el mercado de la vivienda. Aún por un recorrido más largo, el antagonismo se vuelve a encontrar en el terreno de los beneficios de los propietarios en una economía capitalista. Estos conflictos se expresan en el hecho de que lo que el Estado te da, también te puede quitar. Un ejemplo ilustrativo es el caso del Reino Unido. A finales de los años 70, aproximadamente un 40% de la población vivía en viviendas de propiedad estatal. A mano de presiones fiscales, una serie de reformas privatizadoras han ido reduciendo ese porcentaje hasta el 12% actual. Que el Estado gestione tu vivienda además, también supone que lo haga en sus propios términos. Así, en cuanto a actividades políticas, por ejemplo, a los participantes en la revuelta de agosto de 2011 en Inglaterra que habitaban vivienda estatal, se les amenazó, junto a sus familias, con desahucios sancionadores.
El paro es una lacra del sistema social en que vivimos, que se basa en conseguir  los máximos beneficios o de no perderlos, a costa de los trabajadores, tanto si están trabajando, “como si están en paro”. El sistema social en el que vivimos se impone por aquellos que se adueñaron de los medios de producción, con el poder económico y político a su servicio. Y es de este sistema, de donde, desde hace mucho tiempo, brotan todos los males de este mundo. Todo y que, los demás pudimos pensar que los subcontratistas, mientras duró el “guateque”, fueron explotadores de verdad, en realidad venían a ser una especie de encargados/as independientes, a los que se les había endosado una enorme responsabilidad respecto a la que tenían cuando estaban contratados directamente por la empresa. En resumidas cuentas lo único que variaba, era, que si la producción funcionaba a tope estos participaban de algunas zurrapas de plusvalía de cada trabajador contratado por ellos mismos. Así, desde los años 80 a nuestros días; en magnas obras de construcción, en grandes empresas de todo tipo y en grandes superficies comerciales; el desarrollo de estos modelos de subcontratas y de autónomos, ha supuesto, un eficaz escape del sistema capitalista para obstaculizar conflictos, y esquivar con más facilidad sus contradicciones. Las nuevas variantes que la gran burguesía ha ido acoplando, convenientemente, a la explotación de las capas populares, ha generado, en estas, mayor complejidad en su división y enredos a la hora de encontrar respuestas como clase.