Durante
los últimos treinta años, cerca de dos millones y medio de
andaluces abandonamos nuestras tierras, nuestros pueblos y nuestras
viviendas y emprendimos el camino de la emigración. La riada
migratoria se ha mantenido «in crescendo» hasta 1983, año en el
que por primera vez el número de emigrados ha sido similar al de
inmigrados. Desde entonces hasta hoy, el saldo migratorio de la
comunidad andaluza se mantiene en equilibrio, debido, según unos, a
la mejora de las condiciones socio-económicas de la región
(crecimiento continuado de la actividad económica), y, según otros,
a la escasez de oferta laboral en otras regiones o países como
consecuencia de la generalización de la crisis económica. Sea cual
fuere la razón, lo cierto es que el flujo de trabajadores andaluces
hacia otras regiones españolas o hacia el extranjero ha ido
decreciendo desde el año 1975, hasta alcanzar el punto de equilibrio
en los años finales de la década de los 80. Los andaluces ya no se
marchan de sus pueblos; la cuestión ahora estriba en saber si los
dos millones y medio que un día los abandonaron estarían dispuestos
a regresar. Conocer la opinión real de ese enorme colectivo andaluz
que vive alejado de su tierra de origen es muy complejo. La
actualización del censo en Andalucía ha permitido saber que el
número actual de emigrados andaluces asciende a 2.271.851, de los
cuales 1.864.851 residen en otras comunidades de España y los
restantes 407.000 en el extranjero. Distribuidos por comunidades
autónomas, destaca en primer lugar Cataluña, con 957.157 (la mitad
de la emigración interior), seguida de Madrid (347.118) y la
Comunidad Valenciana, con 225.631. Los residentes en el extranjero se
distribuyen de la siguiente manera Francia (100.000), RFA (40.000),
Suiza 20.000 Reino Unido (15.000) y Holanda (10.000),
además de los 150.000 que, aproximadamente, viven en países de
América Latina. Hoy en día los andaluces que habitan en Andalucía
se ven en la necesidad de volver a retomar el camino de la
emigración, la pregunta que me realizo es la siguiente: ¿Podrá
este nuevo colectivo de emigrante volver algún día a sus raíces? O
nos pasara como a muchos de nosotros entre los cuales me incluyo, ya
no volveremos tenemos enterrado en la tierra que habitamos a
nuestros mayores y algunos a algún hij@. Volver de vacaciones a
nuestro orígenes no es volver, volver es empezar de nuevo a
asentarnos, vivir el día a día de los problemas que atañen a
nuestro País andaluz, con una idiosincrasia, muchos de todos
nosotros nos sentimos extranjeros en nuestra tierra que nos vio
nacer. Un intimo amigo mío que un día decidió retornar me comento
lo siguiente “ José, no me habituó a estar aquí, pues me siento
extraño, mis amigos con quien he pasado la mayor parte de mi vida,
os habéis quedado allí. Me dio cuenta que no es lo mismo volver en
vacaciones que volver a asentarte en tu tierra”. Este amigo hoy lo
tengo aquí, pues ha vuelto a donde ha trabajado toda su vida, donde
tiene a sus hijos y nietos, me confeso que ahora se siente Feliz. La
pregunta que me hago ¿estamos dispuesto a volver? O por el
contrario, hemos quemado nuestras naves, para no regresar.
Allá
donde estemos nos siempre nos tenemos que enfrentar con un gigante
con los pies de barro, por culpa de el nos tuvimos que ir de nuestra
tierra, solo tiene un nombre, aunque se puede aparecer con
diferentes, es el Capital. Para
desmembrar al gigante, para romper en pedazos sus pies de barro y
hacer que todo él se desmorone. Mal lo tenemos si no logramos darle
le vuelta al balance, si no logramos que quienes luchamos seamos más
que quienes se desentienden de la batalla. Una batalla que hoy como
ayer se libra en el pensamiento. Pero cuidado, que no se trata de
lograr que todo el mundo piense a nuestro modo, pero sí de lograr
que las gentes de nuestro derredor dejen de pensar al modo que
conviene a nuestros opresores.
Las
acciones revolucionarias siempre se basaron en la difusión de ideas,
ya fuese por medio de periódicos, panfletos u oralmente.
Mientras
esa conciencia no despierta, nos mecemos en la conformidad, nos
comportamos de modo sumiso, resignado y dejamos en la estacada a
quien sea que inicia la acción.. Esta es una lucha que involucra a
toda la población, ricos y pobres, acomodados y desposeídos. No hay
neutrales. Unos están con los opresores y otros con los oprimidos.