Como decía mi padre la dignidad es lo que no se
pierde nunca, hoy el pueblo no está dispuesto a sobre pasar esta línea, pues queda establecido de manera
irrefutable que «en todas partes, en todo tiempo» han sido las niñas, las adolescentes
y las jóvenes las que peores tratos han sufrido en comparación con los niños,
los adolescentes y los jóvenes. Ello es debido a la fusión entre el poder
patriarcal y el poder adulto, fusión de poderes que debemos descomponer
analíticamente en cada situación concreta para proceder luego a su síntesis. A los
atribulados padres y madres sobre los actos de «rebeldía de la adolescencia»,
consejos destinados a evitar que sus hijas e hijos no cayeran en la
delincuencia y en las drogas, pero en absoluto para ayudarles a que
desarrollaran una conciencia crítica y solidaria, libre, suficientemente
formada para que tuviesen una visión político-juvenil de sus problemas y
perspectivas de vida futura. A la
juventud les toca luchar contra le identidad represora del
neoliberalismo, uno de cuyos objetivos centrales ha sido y sigue siendo el de
generalizar la pasividad, la indiferencia y el desinterés político de las masas
explotadas y con ello lo consiguen en una gran mayoría en la juventud. Hoy el
que el concepto de vulnerabilidad es decisivo para comprender la inseguridad
adulta, y en especial la de las mujeres jóvenes ante el riesgo de violencia
sexual en cualquiera de sus formas y ante el trato que recibirán si la
denuncian. Fragilidad, inseguridad y vulnerabilidad presionan fuertemente para
sacrificar la libertad a favor de la dura ley tranquilizadora.
El poder adulto es el
conjunto vasto, tentacular y generalmente invisible de relaciones de poder
mediante el cual la clase dominante, que por lo común, castra el potencial
emancipador y creativo que late en la juventud, convirtiéndola en una masa
amorfa, manipulada y pasiva en su gran mayoría, marginando y criminalizando a
la minoría no manipulable. La marginación de
esta minoría se logra mediante determinadas tácticas como el empobrecimiento y
la precarización, con el paro juvenil permanente; con la drogodependencia como
arma de exterminio biológico y enclaustramiento carcelario, lo que oficialmente
se denomina «delincuencia social»; con la potenciación de modas, costumbres y
«tribus» que buscan quedarse fuera de la vida social burguesa, modas a las que
se les toleran sus guetos porque en realidad son funcionales a la reproducción
del sistema adulto capitalista. La criminalización también afecta a áreas de la
marginalidad juvenil, y cada vez más, pero opera sobre todo contra los
colectivos juveniles que avanzan en su conciencia revolucionaria y en su auto organización al margen de la «izquierda»
reformista que ha interiorizado buena parte de los fundamentos adultos. La
marginación y criminalización de la juventud trabajadora y popular van en
aumento porque es el único recurso que tiene el capitalismo para impedir que el
malestar juvenil objetivo que nace del impresionante desempleo, subempleo, empobrecimiento,
precarización, falta de perspectivas de futuro, etc.… la juventud revolucionaria tiene la
virtud de la coherencia, de la sinceridad y de la verdad. Cualquier izquierda
que manipule, tergiverse, posponga u oculte el ejercicio práctico de la verdad
abrirá un abismo insondable entre ella y la juventud militante. Mi dignidad me
obliga a hacer un acto de reflexión y un
ejercicio de autocritica de mi actitud hacia los jóvenes. ¿Y a Ustedes?.