No
todas las candidaturas son iguales, y no tengo ningún reparo en
admitir (aunque se rasguen las vestiduras los que confunden la
radicalidad con el maniqueísmo) que en algunas de ellas participan
personas sobre cuya inteligencia y honradez tengo pocas dudas. Pero
ninguna de las candidaturas mediáticas (y lo no mediático
prácticamente no existe en el plano electoral) ha hecho del no a la
deuda su consigna
.Pensar
la sociedad desde otra perspectiva exige ver la vida de un modo
diferente, algo muy difícil cuando se tiene la mente configurada por
el poder dominante. El capitalismo ha impuesto una forma de vivir
basada en el individualismo y la competencia más cruel e inhumana.
Pensar la propia subsistencia en función de la colaboración con el
entorno social está muy lejos del pensamiento de la mayor parte de
la población. En empresas que están echando gente a la calle para
reducir la plantilla y abaratar costos hay quienes trabajan horas
extras por temor a ser también expulsados. Se entiende porque
subsistir es una necesidad vital, algo que humanamente hablando está
más allá de cualquier imperativo categórico. Pero aun
entendiéndose es lamentable, porque es el mayor indicativo de una
dolorosa realidad: la insolidaridad de una buena parte del pueblo.
Que
las instituciones políticas no representan al pueblo es
indiscutible. Representan al poder económico y a sí mismas. El
pueblo, que es la base sobre la que se asienta el poder, nada cuenta
en ellas. El absurdo no puede ser mayor y no obstante la fortaleza de
esas estructuras es prácticamente inexpugnable. Ante tanta evidencia
de catástrofe insalvable, una buena parte de la población se niega
a participar en las elecciones, pese a que la experiencia muestra
claramente que la abstención siempre favorece a la derecha. Pero
¿qué hacer cuando ya se ha visto que todo el panorama político que
se le ofrece al público a través de los medios es una falacia?.
Tanto
en España como en la UE es evidente que las organizaciones políticas
tradicionales no están con el pueblo. Hace tiempo ya que la
izquierda política dejó de ser izquierda para ser solamente
política. El pueblo está harto del desprecio que le manifiestan
quienes gobiernan y ante su evidente impotencia la rabia crece y
ocupa el lugar que antes era propio del escepticismo.
¿Por
qué no se contempla 'El Voto', de rechazo al sistema, no hay ninguna
fuerza de “izquierdas” que lo avale? ¿Quién mueve Europa, el
poder de la “gente”, o la manipulación? ¿Existen partidos por
el cambio, o por perpetuarse bajo el paraguas del sistema que
alimenta las coordenadas de alienación pro-europea? Demasiadas cosas
en el plato de la balanza, que forman parte del dominio de lo
objetivo. Para llevar a Europa el poder de la 'gente', dicen, qué
gente, que poder? Europa, donde eres menos que nada, que ni es tu
pueblo ni te representa ni la conmueves. A, Europa, sí, la de los
desequilibrios sociales de mercaderes, de explotadores sembrados por
todo el mundo. Esa es Europa, sí, Europa, la que además de violar
nuestros derechos y dignidad, pretenden que pongamos la cama,
escardemos la lana, y sigamos arrastrando para que nunca salgamos de
su control.