Cuando salga a la luz estas letras, las fiestas del solsticio de
invierno, ya habrán terminado (leanse navidad y año nuevo), la vida
continua en el 2015, nos han dejado amigos que se han quedado en el
camino, pero la vida, lo que es la vida en Benicarló sigue igual
excepto para los políticos, pues ellos en mayor o menor medida
tienen puestas sus ilusiones en las próximas elecciones. Lo que no
se dan cuenta que actualmente
vivimos un cambio de época. La llamada “globalización” en su
dimensión financiera ha estimulado la economía especulativa, la
urbanización sin ciudad, la dualización social y la subordinación
corruptora de los gobiernos a los mecanismos ciegos e invisibles de
los mercados.
El resultado ha sido la crisis de la economía productiva, la
precarización y la reducción de la masa salarial, el descrédito de
las instituciones políticas y de los gobernantes y el gradual
desmoronamiento del “estado del bienestar”.Las
ciudades, ámbito por excelencia de la organización del trabajo y de
la reproducción social, son el escenario de la crisis y del
conflicto . La democracia nació en las ciudades, su degradación se
vive y se hace más visible en el espacio público urbano y la
resistencia social se expresa en este mismo espacio político y
físico.
La
reacción de los gobiernos evidencia que la bandera de la democracia
no reside en el Estado sino en la sociedad política movilizada y
principalmente en las clases populares. Los gobernantes y los
mercados tienden a fragmentar, precarizar y excluir a los
trabajadores, criminalizan los conflictos sociales, modifican las
leyes para facilitar la represión, promueven el miedo como
instrumento de generar un consenso pasivo y resignado y en nombre de
la seguridad aplican el terrorismo de Estado y degradan la justicia
institucional mediante la arbitrariedad clasista. En España a lo
largo de la última década se han modificado varias veces el código
penal y muchos ayuntamientos gobernados por el PP (derecha) han
aprobado normas de civismo propias de la extrema derecha. Para
colofón hace unos días la mayoría conservadora ha aprobado en el
Congreso de diputados una “ley de seguridad ciudadana” que
inmediatamente se ha hecho famosa como “ley
mordaza”.
Una ley que criminaliza la expresión de los conflictos en el espacio
público y que de facto permite reprimir cualquier manifestación
crítica contra las instituciones políticas y las entidades
económicas.
Se
penalizan las manifestaciones, concentraciones, ocupaciones
pacíficas, escarches, piquetes informativos, resistencia a la
policía (no mostrar el carnet de identidad, haber grabado a un
agente, etc). Y se aumentan las sanciones si se trata sedes y
dirigentes de instituciones o partidos políticos y de grandes
empresas o bancos. Es suficiente la palabra de un policía como
prueba. Y basta que un pequeño grupo de provocadores o infiltrados
cometa algún acto de violencia es suficiente para sancionar a
cualquiera que haya promovido o participado en un acto sirve para
condenar tanto a los que promovieron o apoyaron el acto o
participaron en el mismo. Las sanciones que se aplican son
administrativas, las aplica el ministerio del Interior al margen de
la judicatura. Las multas pueden llegar a 600.000 euros y en la
mayoría de los casos son de
bastantes miles de euros. Por ejemplo grabar la intervención
policial en el espacio público se multa con 30 000 euros. Las
personas que sufren estas sanciones pueden quedar gravemente
afectados pues pueden perder su vivienda u otros bienes, ser deudores
durante muchos años. Estas leyes promulgada por el PP me recuerda
otros tiempos, que yo si por desgracia me ha tocado vivirlo en este
País, fue en tiempo de la dictadura. Hoy en día me subiría la
rabia, hasta nadie sabe donde si un ayuntamiento como el el Benicarló
que presume de democrático, ante cualquier manifestación aplicaran
estas leyes hecha a las espaldas del pueblo español. Pensarlo bien
ediles del consistorio, sobre todo los del equipo del gobierno, las
mentiras a un pueblo, solo se le engaña una vez. En votaciones,
ahora pagareis no solo vuestros errores, también los errores del
gobierno que os alumbro.