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domingo, 27 de noviembre de 2016

LAS MIGRACIONES


Las migraciones internacionales de trabajadores de países del Sur hacia países ricos del Norte constituyen uno de los grandes acontecimientos de estos dieciséis años del nuevo siglo. Las actitudes de los ciudadanos del Norte ante la presencia de estos inmigrantes y ante las políticas de extranjería realizadas por los gobiernos constituyen un excelente test para medir el grado de solidaridad internacional existente. La presencia de estos trabajadores introduce la problemática de los países empobrecidos dentro de las sociedades ricas, de modo que ningún ciudadano puede seguir ignorando la existencia de ese inmenso "otro mundo". Además, los problemas que conllevan las presiones migratorias y la inserción de estos ciudadanos de países empobrecidos en los Estados del Norte puede favorecer la realización de políticas de cooperación internacional que incidan en el desarrollo social y económico del Sur. El Mediterráneo hoy en día es el más grande cementerios de las personas que huyen del hambre y la guerra.
En España existe una opinión bastante generalizada tendente a favorecer la integración de
los inmigrantes que ya se encuentran en nuestro país. Exclusivamente el 31% declara que hay que hacer todo lo posible para que estas personas regresen a sus países de origen. Es más, el 86% de los españoles considera que hay que proporcionar asistencia sanitaria y educación gratuita a los inmigrantes e incluso el 62% afirma que deberían tener derecho a recibir el subsidio de paro y un acceso a viviendas dignas. Cerca del 70% manifiesta que se debería conceder la ciudadanía a aquellos inmigrantes que hubieran vivido y trabajado más de cinco años en España. Además, cerca del 60% piensa que todo extranjero que trabaje legalmente en España tendría que tener derecho a votar en todas las elecciones. El modelo de sociedad deseado es aquel que se caracteriza por la primacía del interés público y la regulación estatal de la economía. Una sociedad en la que se favorezca la existencia de ingresos igualitarios, la ayuda pública sea importante y el Estado sea responsable del cuidado de las personas (pensiones, salud, etc.). Esta última cuestión se considera, incluso, más importante que la creación de riqueza. Mientras que el 72% de los españoles consideran que "el Estado es responsable de todos los ciudadanos y debe ocuparse de todas aquellas personas que tienen problemas", sólo el 21% opina que "los ciudadanos son responsables de su propio bienestar y deben ser ellos mismos quienes se hagan cargo de la situación cuando tengan problemas", esta opinión se establece primordialmente entre la “alta burguesía”. Lo más importante es que gran parte de la población se ha incorporado a la lucha política con el objetivo de un “crecimiento con inclusión social”. Aunque con estrategias diferentes, ese es un punto común entre heterodoxos y socialistas científicos. Años de lucha social que tuvieron su punto más alto en 2001-2002 han producido el epifenómeno de que el último gobierno intentara, con sus limitaciones, ese crecimiento. La masa de la población que lucha por este objetivo es un movimiento progresivo, y por esa razón el socialismo científico tiene que acompañarla, ayudando a llevar a cabo las mejores reformas posibles. En ese camino inevitablemente se revelará que dentro de los límites del capitalismo es imposible lograr el objetivo. Si la lucha es consecuente se tomará conciencia de la necesidad de adoptar la verdadera estrategia que lo hace posible. El problema es qué hacer, cuáles son las tareas concretas que ayudarán a esa toma de conciencia. Pero ninguna de las dos alternativas es posible de llevar a cabo sin una gran revolución democrática de todo el pueblo. Y en ese marco solamente son realizables sin son impulsadas por la decisión completamente democrática de la gran mayoría del pueblo. Si a todo esto sumamos la solidaridad de los habitantes de “La piel de toro” (ojo, habitantes, no compatriotas, pues estos días de la gran recogida de alimentos. Me ha encontrado que los que más daban eran los más pobres y desfavorecidos de la sociedad, los emigrantes con otras costumbres, otra religión.) que están ocupando el papel  del Estado, pues este se desentiende de los menos favorecidos de nuestra sociedad.

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