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sábado, 26 de marzo de 2016

Más allá del keynesianismo

Según el Informe sobre la Sostenibilidad Fiscal 2015 de la Comisión Europea, la Deuda pública de España en el 2015 habría alcanzado el 100% del PIB nacional ( más de mil millones €), lo que representa un crecimiento imparable desde el 2005 cuando la Deuda rondaba el 42% del PIB nacional (casi 400.000 millones de €) pero sin las medidas cosméticas que el Eurostat permite utilizar a España, la Deuda total superaría el 280 % del PIB (más de 2 billones), cifra desorbitante que podría actuar como espoleta de una metástasis recesiva en la economía española. Así, aunque la Deuda privada habría pasado del 220% al 180% del PIB. según el director del Departamento de Asuntos Monetarios del FMI, José Viñals, “cerca del 40% de la deuda en España está en manos de empresas que serían incapaces de hacer frente a sus deudas a medio plazo a menos que hagan ajustes como una reducción de la deuda, de los costes operativos o de los gastos de capital,( “debt overhag” en inglés)”, lo que sumado a la debilidad de los bancos españoles, provocará que el crédito siga sin fluir con normalidad a unos tipos de interés a pesar de la bajada de tipos del BCE hasta el 0 % y la implementación de tipos negativos para la facilidad de depósitos que obliga a los bancos de la Eurozona a pagar por dormir su dinero en el BCE. La economia Española se ha hundido como un “castillo de naipes”. Sin embargo, existe el peligro de la aparición de un nuevo virus patógeno, (el DDD), con un ADN dotado de la triple enzima D (Deuda desorbitante, Deflación persistente y Desempleo estratosférico) que podría acabar por arrasar con todo rastro de brotes verdes en la economía española.
Hoy hace falta una nueva construción de la sociedad, donde el capital no sea acomulativo por un grupo de personas. A lo mejor es que la salida keynesiana ya no sirve, construir lo común precisa de elementos diferentes. Y para generar la masa crítica que permita la remunicipalización de los servicios públicos, así como una ofensiva real sobre los resortes de poder efectivos de la sociedad, hay que construir lo común. La base teórica, práctica, material, e incluso es­tética, de una sociedad enteramente trans­formada. De una vía de salida del ca­pitalismo histórico. Algo que encarne los de­seos reales de cambio y que galvanice las energías ahora dormidas de las clases populares. Remunicipalizar desde la perspectiva del protagonismo de obreros y vecinos, de la autogestión y de la democracia de base. Más allá del keynesianismo está la potencia de la creatividad de las clases subalternas, hay varias posibilidades que deben de ser exploradas y experimentadas, para los servicios municipales recuperados: la cooperativización ba­jo control de trabajadores y vecinos, para favorecer el empleo barrial y el tejido económico autogestionario en los espacios cercanos; o la gestión directa bajo control obrero y ciudadano, con formas de participación de los trabajadores basadas en la asamblea. Avanzar en la superación de la dicotomía entre propiedad privada y pública, generando, construyendo e imaginando la nueva forma de propiedad comunal-comunitaria. La forma jurídica de la democracia económica más profunda, el producto del protagonismo popular hecho piedra basal de la nueva sociedad. No debemos tratar de evitar el conflicto a toda costa, sino de acumular fuerzas, empoderando a los sectores so­ciales sometidos y desplegando todas sus po­tencialidades.