Ahora tenemos un
nuevo enfrentamiento entre familias. Dos «bandos» en guerra abierta en la que
ambos proclaman su legitimidad para dirigir el partido. De momento ha perdido
el partido, tras «un largo proceso de suicidio colectivo» (Odón Elorza). Ya en
el Congreso de Toulouse, agosto de 1972, se había abordado la renovación,
venciendo la tesis renovadora del interior sobre las del exilio, que encabezaba
Rodolfo Llopis. Al no aceptar su destitución, provocó la ruptura en dos: el
PSOE Renovado y el PSOE Histórico. Desde el XI Congreso en 1971, venía
gestándose la ruptura entre los socialistas del exilio y los del interior: el
relevo generacional, el traslad o de la dirección al interior o su permanencia
en el exterior, y las relaciones con los comunistas constituían tres problemas
de fondo entre ambos sectores. Durante dos años, el PSOEr de González y el
PSOEh de Llopis pugnaron por la legitimidad y las siglas. Finalmente, en 1974,
la Internacional Socialista se inclinó por el de Felipe como único interlocutor.
El PSOE de Suresnes aprobó una resolución que marcaba su posición respecto al
problema nacional y la configuración territorial del estado. Claramente se
defendía el pleno reconocimiento del derecho de autodeterminación, que
comportaba la facultad de que cada nacionalidad pueda determinar libremente las
relaciones que va a mantener con el resto de los pueblos que integran el Estado
español. El PSOE pretendía establecer una República Federal de las
nacionalidades que integran el Estado, que salvaguardara la unidad de la clase
trabajadora de los diversos pueblos. ¡Qué tiempos!, hoy parecen ensoñaciones,
por lo que ha llovido y por la pérdida de las frustradas esperanzas. La
renovación del partido era inevitable. Acercar la organización a España
imprescindible y la necesidad de un nuevo liderazgo resultaba evidente. «Yo me
ocupo de UGT y tú del Partido», dicen que dijo Nicolás Redondo a «Isidoro»
Felipe González.. La caída espectacular de apoyos al PSOE no empezó con Pedro
Sánchez. De los cuatro últimos secretarios generales, Pedro Sánchez es el que
mejor deja el partido con respecto a cómo lo cogió, pese a lo que le acusan.
Según datos del CIS, Rubalcaba, sucesor de Zapatero al frente del PSOE, ha sido
el que peor ha dejado el partido. Perdió 6,8 puntos en porcentaje de voto.
Almunia, secretario general entre 1997 y 2000, le sigue en el ranking al perder
5,8 puntos durante su mandato. Rodríguez Zapatero perdió 3,6 puntos. Sánchez es
el único con saldo positivo, aunque moviéndose en cifras muy inferiores a las
del pasado a causa de la irrupción de Podemos y Ciudadanos. Ahora, con la
dimisión como Secretario General de Pedro Sánchez, todo está por ver. Frente a
todo, no conocemos cuales son las líneas ideológicas y estratégicas que
defienden los bandos en conflicto. El PSOE ha evolucionado y no siempre hacia
delante, pero no todo ha estado mal hecho. En otros momentos propugnó la
revolución social y en los primeros gobiernos democráticos favoreció el
bienestar. Hay que retomar algunas viejas ideas y formas de acción abandonadas,
actualizadas a la nueva realidad y construir el futuro en igualdad, solidaridad
y con justicia social. Mucho se ha quedado por el camino, objetivos y
definiciones, como marxismo, socialismo democrático o república. Y sobre todo
UN MILITANTE ¡UN VOTO! Las políticas del PSOE tienen que emanar desde la base.
viernes, 7 de octubre de 2016
Suscribirse a:
Entradas (Atom)