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sábado, 25 de marzo de 2017

MOMENTO HISTORICO

Ya se han terminado las fallas, la Magdalena, la fiesta de Castellón ya han terminado, la vida sigue los mismo que ante de empezar las fiestas, la euforia del momento ya ha pasado y de nuevo tenemos nuestra realidad en enfrente de nosotros y no nos podemos evadir, aunque quisiéramos de lo que tenemos.
Vivimos un momento histórico donde las ideologías políticas han llegado a un callejón sin salida. Gran parte de la sociedad vive la decepción y el rechazo generalizado a todo aquello que inviste la institución. El engaño, la falsedad, la mentira… durante años la palabra del político ha estado desvalorizada. Hoy, la mayoría de las personas no tiene fe, ilusión ni esperanza en el “candidato” de turno porque sus grandes promesas “de futuro” saben que nunca se harán realidad, es un hecho empírico. La corrupción generalizada lo confirma. La vida política (con todo el poder) y la vida pública (el pueblo, ausente de poder por usurpado) ha derrocado su puente, su vínculo vital. Los  intelectuales más preparados del “sistema”, admiten la decadencia y el fracaso, aun así, continúan defendiendo el capitalismo y hablan de reformas: “Hoy, la situación no es la misma que la de los años 30 del pasado siglo, la gente es más culta, está más preparada… a pesar de todo, se goza de una calidad de vida nunca vista… así, son necesarias nuevas reformas para flexibilizar oportunidades de trabajo, impulsar la producción, dinamizar la competitividad…” En resumen, esta gente quiere algo parecido a “humanizar el capitalismo”, cosa imposible por incompatible, exactamente igual que su iniciativa de una “economía verde”. El capitalismo salvaje y la tecnología son herramientas políticas de la invisibilidad: Se destruyen montañas, se contaminan territorios, océanos, tierras fértiles, se exterminan especies, se fabrica armamento, mueren millones de inocentes… pero, “no quiere verse” tal realidad porque nos hemos “abstraído del tiempo”, de los “ritmos sagrados” de la naturaleza a la cual pertenecemos. Todo aquello trágico acontece “invisible” por ser resultado de puestos de trabajo (la naturaleza como objeto de explotación y de negocio), jornal o apoyo de las familias. Es comodín del lenguaje político la monetización general.  Así, ningún político es capaz de hablar de “decrecimiento” o de hacerle frente a las multinacionales criminales que devastan territorios, hábitats y pueblos, al contrario, les darán apoyo y privilegios con la música de fondo de sus hipócritas RSC y Fundaciones.
La influencia por las estimulaciones de la media es imponer el pensamiento americanista único,  el pensamiento unitario promovido desde Hollywood y patrocinado por campañas publicitarias, haciendo del  hombre  un ser que se aleja de sí mismo, una persona que no se conoce ni así misma. Estamos ante un hombre postmoderno que las cosas se han apropiado de sus libertades  personas que cada vez más tienen nulo capacidad de crítica, esto lo aprovecha la media para imponer su discurso, se está creando un hombre dependiente que no sabe lo que es tener relaciones interdependientes fructíferas, entonces lo que se  vive es  bajo un tapiz que es el artificial, un tapiz  de la naturaleza caída del ser humano.
La posibilidad de reemergencia de la lucha de clases, nos plantea la necesidad de debatir y luchar por un programa de emergencia social, para que las trabajadoras y trabajadores no sigamos pagando esta larga crisis que pesa sobre nuestras espaldas.
Todo  no se ha perdido empieza de nuevo a emerger “La Lucha de Clases” y miles de conciencias despiertan. Un programa que, frente al paro masivo, señale claramente la lucha por el reparto de las horas de trabajo sin rebaja salarial, acompañado de un aumento del salario mínimo interprofesional. Un programa que apunte a remunicipalizar los servicios públicos, sin más dilaciones, y poner su gestión bajo control de trabajadores y usuarios, los únicos interesados en dar respuesta a las necesidades sociales. Que exija la nacionalización de las grandes empresas eléctricas, y la expropiación de los pisos vacíos en manos de los bancos, para armar un parque de alquileres sociales y terminar con el drama de miles de familias sin techo, entre otras medidas urgentes.