¿Qué pasa con la Banca española? Las
comisiones vuelven a ser un suculento negocio en manos de la banca como
alternativa a los bajos tipos de interés. Sumando las seis entidades de mayor
tamaño de la banca española (Banco Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Banco
Popular y Banco Sabadell) han ganado en el primer trimestre 5298 millones de
euros entre todas ellas, un 13’6% más que en 2016 en que ganaron 4663 millones.
Si, como es previsible, se mantiene esa ganancia a lo largo del año, se
superarán ampliamente los 19500 millones que obtuvieron en 2016, cifra similar
a la del año anterior. De hecho se puede decir que todos sus beneficios
proceden de las comisiones si tenemos en cuenta que los seis grandes bancos
españoles registraron unos beneficios en ese mismo período de 3.852 millones de
euros. Esta forma de generar riquezas para unos pocos en detrimento de la gran mayoría
es la inusitada violencia que el capitalismo depredador ejerce sobre el ser
humano y su crucificado planeta, las propuestas motoras del cambio social de
los movimientos progresistas giran únicamente alrededor de la “gobernanza de la
pobreza” implícita en tales medidas redistributivo-asistenciales, habrá que
resignarse a emitir desconsoladamente la clásica exhortación: “que hemos hecho,
para merecer esto”.
La banca es el máximo exponente del
capitalismo, dicho lisa y llanamente. Tres mil doscientos millones de personas
en todo el mundo necesitan trabajar para ganar un salario con el que
sobrevivir. Dependen del mercado de trabajo para conseguir cualquier dinero.
Esto supone toda una serie de exigencias para los trabajadores: tienen que
salir a competir los unos con los otros por el trabajo. Eso hace que bajen los
salarios, y a su vez otorga más poder a los propietarios de los medios de
producción, los dueños del capital, el 1% de la población que es dueño del 50%
de la riqueza. Esas simples relaciones de propiedad tienen repercusiones en el
resto de la sociedad. Podríamos vivir en una sociedad en la que la gente no
tenga que trabajar. Tenemos la tecnología disponible para ello. Pero también
tenemos las relaciones sociales que exigen que la gente trabaje para
sobrevivir. Librarse de esas relaciones sociales debería ser el gran proyecto
de la izquierda. Si tenemos en cuenta lo
que proclama el Fondo Monetario Internacional, El informe del FMI señala el
riesgo de una nueva recesión. Su indicador sugiere que las probabilidades son
todavía bastante bajas para la mayoría de las economías: en torno al 20-40% en
2017 para la economía mundial. Pero Lagarde advierte de que “existen riesgos evidentes a
la baja: la incertidumbre política, incluso en Europa; la espada del
proteccionismo que pende sobre el comercio mundial; y unas condiciones
financieras globales más duras, que podrían provocar salidas de capitales
perjudiciales de los países emergentes y en desarrollo“. El desempleo en el capitalismo ya es perenne,
el trabajo que se genera, mayormente es precario, los salarios en sintonía, (no
se llega a fin de mes) y se sigue desahuciando a familias de sus viviendas. Así
mismo, las pensiones actuales han perdido un alto poder adquisitivo y con este
sistema no habrá futuras pensiones porque no se podrá llegar a poder cotizar ni
el tiempo ni la cantidad económica que han impuesto. Por otra parte nos están
quitando también los servicios sociales públicos más esenciales, como son la
sanidad, la enseñanza, las ayudas a la dependencia y otros. No sólo es
necesario apartar de en medio a esa ínfima minoría que nos divide, nos
enfrenta, nos explota, y nos humilla. También es posible. Se trata de tomar conciencia
del despropósito aberrante y de la necesidad de organizarse y luchar. Y, por el
contrario del extremo de mentiras y de injusticias, en él que nos sitúan los
minoritarios dictadores; debemos de plantear verdades, exigiendo que lo
queremos todo, porque todo lo conseguido es nuestro; es del conjunto de l@s
trabajador@s.