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sábado, 6 de mayo de 2017

DEPREDADORES

 ¿Qué pasa con la Banca española? Las comisiones vuelven a ser un suculento negocio en manos de la banca como alternativa a los bajos tipos de interés. Sumando las seis entidades de mayor tamaño de la banca española (Banco Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Banco Popular y Banco Sabadell) han ganado en el primer trimestre 5298 millones de euros entre todas ellas, un 13’6% más que en 2016 en que ganaron 4663 millones. Si, como es previsible, se mantiene esa ganancia a lo largo del año, se superarán ampliamente los 19500 millones que obtuvieron en 2016, cifra similar a la del año anterior. De hecho se puede decir que todos sus beneficios proceden de las comisiones si tenemos en cuenta que los seis grandes bancos españoles registraron unos beneficios en ese mismo período de 3.852 millones de euros. Esta forma de generar riquezas para unos pocos en detrimento de la gran mayoría es la inusitada violencia que el capitalismo depredador ejerce sobre el ser humano y su crucificado planeta, las propuestas motoras del cambio social de los movimientos progresistas giran únicamente alrededor de la “gobernanza de la pobreza” implícita en tales medidas redistributivo-asistenciales, habrá que resignarse a emitir desconsoladamente la clásica exhortación: “que hemos hecho, para merecer esto”.

  La banca es el máximo exponente del capitalismo, dicho lisa y llanamente. Tres mil doscientos millones de personas en todo el mundo necesitan trabajar para ganar un salario con el que sobrevivir. Dependen del mercado de trabajo para conseguir cualquier dinero. Esto supone toda una serie de exigencias para los trabajadores: tienen que salir a competir los unos con los otros por el trabajo. Eso hace que bajen los salarios, y a su vez otorga más poder a los propietarios de los medios de producción, los dueños del capital, el 1% de la población que es dueño del 50% de la riqueza. Esas simples relaciones de propiedad tienen repercusiones en el resto de la sociedad. Podríamos vivir en una sociedad en la que la gente no tenga que trabajar. Tenemos la tecnología disponible para ello. Pero también tenemos las relaciones sociales que exigen que la gente trabaje para sobrevivir. Librarse de esas relaciones sociales debería ser el gran proyecto de la izquierda.  Si tenemos en cuenta lo que proclama el Fondo Monetario Internacional, El informe del FMI señala el riesgo de una nueva recesión. Su indicador sugiere que las probabilidades son todavía bastante bajas para la mayoría de las economías: en torno al 20-40% en 2017 para la economía mundial. Pero Lagarde  advierte de que “existen riesgos evidentes a la baja: la incertidumbre política, incluso en Europa; la espada del proteccionismo que pende sobre el comercio mundial; y unas condiciones financieras globales más duras, que podrían provocar salidas de capitales perjudiciales de los países emergentes y en desarrollo“.  El desempleo en el capitalismo ya es perenne, el trabajo que se genera, mayormente es precario, los salarios en sintonía, (no se llega a fin de mes) y se sigue desahuciando a familias de sus viviendas. Así mismo, las pensiones actuales han perdido un alto poder adquisitivo y con este sistema no habrá futuras pensiones porque no se podrá llegar a poder cotizar ni el tiempo ni la cantidad económica que han impuesto. Por otra parte nos están quitando también los servicios sociales públicos más esenciales, como son la sanidad, la enseñanza, las ayudas a la dependencia y otros. No sólo es necesario apartar de en medio a esa ínfima minoría que nos divide, nos enfrenta, nos explota, y nos humilla. También es posible. Se trata de tomar conciencia del despropósito aberrante y de la necesidad de organizarse y luchar. Y, por el contrario del extremo de mentiras y de injusticias, en él que nos sitúan los minoritarios dictadores; debemos de plantear verdades, exigiendo que lo queremos todo, porque todo lo conseguido es nuestro; es del conjunto de l@s trabajador@s.