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domingo, 12 de noviembre de 2017

Banderas y Corrupción

Campañas electorales pagadas por la red, sobresueldos, regalos, mordidas. Una red que profundizó en la administración desde los años 90 hasta “parasitaria”, con decenas de cargos públicos implicados, “la corrupción -decía Morocho- en estado puro“. Así ha descrito la trama Gürtel cuando el diputado de Ciudadanos, Toni Cantó, le pedía que se lo explicara a un adolescente que no supiera nada del caso. “Una organización que ha operado durante mucho tiempo, que ha calado hasta niveles muy profundos en administraciones públicas hasta llegar a parasitarias y absorber la capacidad que tiene un responsable político para adjudicar y gestionar fondos públicos. Orientaban esa opción que tiene un responsable político en beneficio personal, es decir, el concepto de corrupción en estado puro”.
El principal investigador de la Gürtel ante la Comisión de financiación del PP ha descrito el funcionamiento del Partido Popular como una trama de financiación irregular, activa principalmente en las comunidades de Madrid, Valencia, Galicia y Castilla León de la mano de Francisco Correa y los grandes contratistas. En una comparecencia extensa, el inspector jefe de la UDEF Manuel Morocho ha descrito ocho años de la instrucción de Gürtel, el caso al que más años ha dedicado de su carrera y el más complejo, según ha confirmado en el arranque.
Con meticulosidad, contención y la prudencia del cargo, Manuel Morocho ha ido desgranando las conclusiones. El mecanismo de la Gürtel siempre era el mismo. “Empresas adjudicatarias de obra pública que asumían el coste de actos publicitarios y electorales de la formación política local para una campaña electoral concreta (de 2003/2004) mediante la mecánica de generar unos contratos o facturas por unos supuestos servicios prestados por las empresas de Francisco Correa a estas constructoras y que le permitían hacia el exterior justificar un trasvase de fondos” dijo.
El símbolo es un concepto que se utiliza para representar una idea que se percibe a través de los sentidos cuyo significado es aceptado socialmente. El uso de los símbolos ha sido utilizado por la humanidad a lo largo de la historia, y es un recurso muy útil para transmitir una idea o concepto. En la actualidad las “marcas” comerciales hacen uso de sus propios símbolos como estrategia identificativa. Otro ejemplo que podemos utilizar es el de las señales de tráfico, a través de su simbología nos muestran cómo debemos actuar en cada momento: señal de stop, ceda el paso, etc. Todos ellos son símbolos aceptados socialmente y conocidos por todos y todas. La iconografía simbólica impregna un amplio espectro cultural, si hablamos de la “justicia” a todos nos vendrá a la cabeza la imagen de una mujer con los ojos vendados sosteniendo en su mano izquierda una balanza y en su mano derecha una espada.

España tiene tres banderas con han mantenido enfrentados a buena parte de la población: la tricolor republicana, la roja y gualda con el águila de San Juan, utilizada durante la dictadura franquista y la roja y gualda con el escudo monárquico. Estos tres símbolos cumplen su función únicamente en una parte de la población, mientras unos se sienten representadas por una, no lo hacen por las otras dos. Por lo tanto ninguna de las tres cumple con la función simbólica de representar a la totalidad de la población española.  La situación de la monarquía es similar. Una monarquía impuesta y heredera del régimen dictatorial anterior, nunca ha sido sometida a referéndum (el propio A. Suarez reconocía que la habían colado por la puerta de atrás) y una parte de la población no se siente representada por la monarquía, por lo tanto si la función del rey es el de simbolizar la unidad de España, este objetivo no es conseguido ya que una parte importante no se siente representada por éste. Por lo tanto para validarlo como símbolo, debe ser llevado a las urnas, y su resultado aceptado por la totalidad de la población.