Deberíamos de
aprender de la Historia. La ciudad que fue la tumba del fascismo durante 3 años
en el siglo XX, este sábado 21 de abril del 2018 se convirtió en la ciudad del
miedo donde unos p… guardianes le tuvieron miedo a la camiseta de color
amarillo.
Cómo estarían las
cosas, que el 6 de noviembre de 1936 el Gobierno de la República decidió
trasladarse a Valencia ante el empuje de los sublevados que habían llegado a
las puertas de Madrid. Abandonaron en secreto la ciudad a su suerte, porque no
veían posibilidad de victoria. Dejaron un escrito al general Miaja, con la indicación
de que no lo leyera hasta el día siguiente. Para intentar organizar la
resistencia, quedó una Junta de Defensa con representantes de partidos
políticos y organizaciones antifascistas. Y el pueblo de Madrid compensó con su
entusiasmo y entrega ese golpe a la moral.
La sublevación
militar del 17 de julio contra el Gobierno legítimo de la República, que podía
haber durado cuarenta y ocho horas, se convirtió en una guerra civil de casi
tres años por la resistencia popular al golpe de Estado. Pero un ejército
colonial preparado, con ayuda de las potencias fascistas europeas, avanzaron
rápidamente hacia la capital. Las columnas del norte y el oeste, fueron
detenidas en Somosierra y el Puerto del León por las milicias y las pocas
unidades militares fieles. Por el suroeste el rápido y sangriento avance a
través de Extremadura y el valle del Tajo, podía haber llegado a las puertas de
Madrid a finales del verano de 1936, pero Franco decidió desviarse hacia Toledo
en una acción propagandística de “liberar” el Alcázar asediado.
Las columnas de
Varela y Yagüe llegaron a los pueblos más próximos a la capital y al
extrarradio (Villaverde, Carabanchel, Cerro de los Ángeles…) Y ahí es cuando el
Gobierno de Largo Caballero se marcha de Madrid, porque no creían que la ciudad
pudiese aguantase la embestida.
La reacción popular
bajo la consigna del “No pasarán”, que popularizó la dirigente comunista
Dolores Ibárruri, organizó la resistencia con la ayuda de los pocos militares
de carrera que eran fieles a la República, destacando Miaja y Rojo. Se
producirá un alistamiento en masa de los obreros y jóvenes de los partidos y
sindicatos, se constituye el 5º Regimiento en Francos Rodríguez… La única
experiencia militar que unos pocos tenían era el asalto al Cuartel de la
Montaña en los primeros días de la sublevación. La mayoría no sabían nada de
guerra y tuvieron que hacerla a vida o muerte.
Republicanos,
socialistas, anarquistas, comunistas; obreros y estudiantes, campesinos,
intelectuales, hombres y mujeres de todas las edades, muchos jóvenes… Al
principio las unidades militares se organizan por oficios y, así, albañiles,
panaderos, maestros, camareros, costureras, empleados, trabajadores del Canal
de Isabel II, etc., irán a los diferentes puntos del frente y a cavar
trincheras. Luego vendrán milicianos voluntarios de todos los pueblos de España,
la columna anarquista de Durruti, y las primeras brigadas internacionales (el
10 de noviembre al mando de Kléber) que elevaron la moral de la población.
Del 7 al 23 de
noviembre, fueron 16 días terribles los que duró la batalla de Madrid. Hubo
muchos muertos en el frente de la casa de Campo, Usera, el Puente de los
Franceses, Moncloa y la Ciudad Universitaria. También en los bombardeos sobre
la población civil que inauguró el ejército franquista. Pero se produjo el
milagro: Madrid resistió. Aquello sí que fue empoderamiento popular: las masas
llegaron a hacer suya la razón de la esperanza.
Los intentos
posteriores de aislar a Madrid con las ofensivas del Jarama y de Guadalajara
fracasaron y durante tres años Madrid sí fue la tumba del fascismo. Ciudad
mártir, ciudad antifascista, símbolo de la resistencia y ensayo de nuevas
tácticas militares como la de convertir a la población civil en rehenes y
objetivo de guerra. Aunque asediados por las balas, las bombas, el hambre y las
penalidades, su población defendió ferozmente la ciudad porque sabía las
consecuencias de su caída: no habría perdón si se rendían.
Madrid que tan bien
resistió, fue entregada por la traición de un golpe de Estado interno en 1939,
que pretendía negociar la rendición con Franco. La Junta de Casado, Mera y
Besteiro, quebraron la estrategia de resistencia de Negrín que estaba
convencido de que, más pronto que tarde, estallaría el conflicto europeo y de
esta forma se ligaría la suerte de la República Española a la de las
democracias europeas. No se equivocaban en el análisis: seis meses después, con
la invasión nazi de Polonia el 1 de septiembre de 1939, comenzaría la que sería
la Segunda Guerra Mundial. Pero en España ya había llegado la victoria, no la
paz.
Ayer Madrid fué la tumba de la tolerancia. La que fué orgullo de mantener a raya a los fasciosos, ayer lloro de vergüenza por la intolerancia.
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