Translate

Entradas populares

Powered By Blogger
Powered By Blogger

domingo, 6 de mayo de 2018

HOY LO QUE HAY ES QUE ¡ANDAR!




Décadas de contrarrevolución y paz social han descuartizado al trabajad@r, potenciando los procesos y mecanismos de reproducción capitalista que velan la existencia misma de las clases sociales (sobre todo la del proletariado), desmembrando así la crítica unitaria desarrollada históricamente por esta clase social. La misma totalidad capitalista sobre la que se despliega la realidad que vivimos aparece fragmentada por una serie de ideologías que parcializan cada problema que este sistema genera, buscando una solución particular a cada uno de ellos. Como consecuencia, se alzan movimientos específicos que abordan esos problemas parciales y tratan de resolverlos. Pero no sólo no hay ninguna solución posible a cada problema tomado por separado, sino que además esa fragmentación altera al mismo tiempo el contenido real de esos problemas. Se constituye así la ideología de la opresión del hombre sobre la mujer, la opresión de la raza blanca sobre las demás razas, la destrucción de la naturaleza por el ser humano…, codificando la realidad bajo esos parámetros ideológicos. Al luchar a través de una categoría parcial, los distintos movimientos se sitúan en el plano de grupos específicos que compiten entre sí por un mayor reconocimiento de derechos por parte del Estado. La competencia entre mercancías se expresa políticamente como la competencia entre identidades separadas, todo en beneficio de las políticas “transversales” del valor y su gestión estatal. Se desplaza así la crítica unitaria del capitalismo, crítica que contiene en su seno la denuncia de cada aspecto, no como parcialidad, sino como expresión de una totalidad que determina cada parte y cuestiona el orden social que reproduce todos esos problemas.
El trabajad@r tiene enormes dificultades para actuar y reconocerse como clase. Su mismo ser, así como su rico proceso histórico de lucha y su programa, aparece totalmente negado en la historia, ya sea por deformación u ocultación de esa realidad histórica. La misma dinámica del capital y sus fuerzas ideológicas proyectan una actividad social en la que nuestra clase es negada como sujeto, reducido a lo que es en el proceso de producción y reproducción del capital, y a lo que se pretende que sea eternamente: simple objeto del capital; simple mercancía fuerza de trabajo, que puede usarse o desecharse según las necesidades de la producción; simple espectador del acaecer social. El desarrollo de esta sociedad va íntimamente ligado al desarrollo del individuo aislado. La sociedad mercantil generalizada excluye y disuelve toda comunidad que no sea la comunidad del dinero y desarrolla todo lo que potencia el aislamiento social. Todo lo que une lo une en tanto que separado, esa es la esencia de este mundo, y su modo de vida, la democracia. El efecto que esta realidad provoca en la comunidad humana, destruyendo su ser social, atomizándola en individuos aislados con intereses contrapuestos, es cada vez más terrible. El ciudadano es hoy el ejemplo luminoso de cómo el desarrollo mercantil y el individuo aislado se desarrollan de forma paralela. Este desarrollo no sólo niega brutalmente la comunidad humana, sino que plantea grandes obstáculos a la lucha contra el capitalismo, pues la afirmación de ese individuo va en dirección opuesta al desarrollo y la organización de la única comunidad que se contrapone al capital, la comunidad de lucha, que parte de un ser colectivo, de una clase social revolucionaria, Los trabajadores.
Lo urgente es andar, andar, echar a andar, romper el entumecimiento, reaprender el paso de la protesta activa, y, en ella, readquirir conciencia, método y programa. . La emoción es fuerza, furia, ímpetu de empuje, energía disparada. Ningún movimiento de real alcance histórico pudo ni puede tener lugar sin el concurso de la emoción; las ideas, en cambio, en sí demasiado estáticas y cerebrales, nunca han podido ni pueden, por sí solas, producir movimientos ni cambios generales de un alcance histórico determinado, y, si puede decirse que la acción sin pensamiento es ciega, no menos puede aseverarse con certeza que el pensamiento sin acción es vacío. Que el movimiento, ya despierto después del arranque, enseña por sí mismo, descubre, lleva al pensamiento o facilita su apertura. Descubre, así, la necesidad de la reflexión y la toma de contacto con discursos previos que movieron su energía en el estudio del ser humano y su medio, en el análisis de la marcha de la historia para extraer de él enseñanzas prácticas.


No hay comentarios: