La situación de los parados sigue siendo tan frágil y aun peor que hace cuatro años, porque ahora ni siquiera pueden refugiarse en la ilusión de un gobierno de izquierdas. En estos últimos meses, el ombligo político y la miopía mediática solo se preocupan por rentabilizar protagonismos políticos y espacios publicitarios. Una buena tarta publicitaria se ha vendido estos meses a costa de la ineptitud política y como es natural, han logrado saturar a la gente de tanto cotilleo político que nada tiene que ver con el sentido de la gestión que se supone deberían llevar adelante la tribu y casta política. Se ha perdido un tiempo precioso en infructuosas negociaciones donde primaba la supervivencia del partido o del político de turno. Haciéndonos preocupar más por la forma, unas nuevas elecciones-, que, por el fondo, que nos gobierna un partido inmerso en el ocultamiento deliberado de los propios corruptos en sus filas, -discos duros, Gürtel, 3 %, sobres-etc. Se ha perdido demasiado tiempo en salvaguardar la incapacidad política de aquellos que dicen representarnos pero que campan a sus anchas en mordidas y oscuras negociaciones. Se descubre la falta de generosidad y de valentía por parte de la clase política en general, nadie dio un paso atrás para desbloquear situaciones, y todos pidieron la cabeza de todos. Vimos con estupefacción, como los noes rotundos, se transformaron en tímidos síes para luego, bajo el proceso de maduración cosechar declaraciones de apoyo y alianza entre ideologías antagónicas, pero solo movidos por salvar su propia existencia corporativa o jerárquica. Es tanta la desilusión que se hace difícil escuchar discursos políticos en oídos encallecidos por tanta mentira y falsas promesas. El problema no es el dinero, – que también-, sino la decadencia moral en la que hemos caído como sociedad, en la absoluta impunidad y falta de ética, con ausencia de valores humanos y de conciencia social por parte de personas que, por su función política y pública, brindan una imagen absolutamente antagónica del modelo de sociedad, se entiende, al que deberíamos aspirar y, por el contrario, hacen tambalear la escala de valores del tejido social. Y sabemos que son casi todos los que están, -Gürtel, Eres-, pero no están todos los que son. Hay muchos que no pisarán los juzgados porque saben mucho de esa podredumbre y es preferible mantenerlos ocultos o no investigarlos, no denunciarlos, porque puede romper el equilibrio social que ya está bastante endeble. Clama al cielo la lentitud deliberada de la justicia para con los políticos, aristócratas, plutocracia, de las unas y las otras, empresarios, mientras que no hay problemas para ejecutar desahucio.
Después de Pedro, Felipe, Antonio y Susana, el PSOE está resquebrajado, manteniéndose por sus 137 años de historia (1879), de lo contrario el fantasma de su colega el Partido Socialista Italiano de Bettino Craxi, (PSI 1892 – 1994) o, el de la Unión de Centro Democrático (UCD 1977 – 1982) de Adolfo Suarez, le rondaría en cada esquina. La rápida reconversión del No es No al Abstencionismo, ha llevado a emerger una especie de ausencia de identidad socialista porque el “nuevo” PSOE no parece encarnar los antiguos ideales de lucha. Ganó Rajoy y todos los del Partido Popular están convencidos de que los demás nunca merecieron ganar. Sin duda que lo primero es cierto y que lo segundo se ajusta apenas a la realidad. En este torrente de aguas en continuo movimiento, Pablo Iglesias es la nueva oposición, desbancó durante la investidura a un PSOE desacreditado social y políticamente. Pero el problema de Iglesias y sus manos derechas, es que pocos se lo toman en serio, la coleta, el constante descuadre ideológico y las promesas eliminadas sin comenzar el camino, no le han ayudado mucho. Sin embargo, disfruta de cinco millones de votos y de una Izquierda Unida. Dentro de este panorama de aguas turbulentas, los directores del PSOE no les queda otra que la de insistir en que su error histórico es una estrategia meditada, elaborada y aplicada por el bien de las España, observando a la vez, despavoridos, que existe otra, la de los que votan por ellos, los que prefieren mantener los ideales y rechazar los artículos estatutarios y las experiencias. La sociedad española está convencida de que ambas partes están en pugna y tienen miedo de que pueda surgir una “guerra” dentro del partido después de que Sánchez decidiera presentarse, de nuevo, a candidato a secretario general y denunciase públicamente que Felipe no dijo toda la verdad cuando le señaló a él. La rápida reconversión del No es No al Abstencionismo, ha llevado a emerger una especie de ausencia de identidad socialista porque el “nuevo” PSOE no parece encarnar los antiguos ideales de lucha. La oportunidad de lo que no fue y podía haber sido, por un lado, el nuevo arco parlamentario de la izquierda y por el otro el viejo arco parlamentario de la izquierda. Se hubiera devuelto la ilusión a los electores y una nueva forma de hacer política del pueblo para el pueblo hubiera sido posible, devolviendo la esperanza de una nueva realidad a los pueblos de las Españas.
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