La llegada de Casado
a la cúpula del PP tiene que contemplarse como una prueba del miedo generado en
la Marca España por el reto del soberanismo democrático. Ha sido la expectativa
de desestabilización del statu quo provocado por el auge del procés y el estrepitoso
fracaso de las políticas de represión, policiales y jurídicas, lo que ha armado
el botón del pánico para esta renovación del pasado. Solo hay que ver la rara
unanimidad de muchos medios de comunicación a favor del pretendiente,
inoculando una percepción de la realidad a su favor que anulara la primitiva
decisión de la afiliación popular por el continuismo marianista en la persona
de la ex vicepresidenta del gobierno. Es posible que el trabucazo político e
ideológico que ya ha avanzado Casado consiga detraer para Génova 13 efectivos
de Ciudadanos y de Vox, sus sangrías más evidentes en los últimos años, dando
una impresión de reagrupamiento. Otra cosa es que esas nuevas señas de
identidad resulten atractivas a un electorado moderno poco dado a comprometerse
con ideales que exhiben la fragancia a ropa vieja usada del tardofranquismo.
También existe el país movilizado del 15-M, del 8-M, de los jóvenes del
Erasmus, del activismo ciudadano contra los gobiernos que perpetraron los
ajustes y recortes que han provocado la actual precariedad vital mientras la
corrupción institucional campaba a sus anchas. Dos legitimidades, una anclada
en el pasado, “la España de las banderas”, y la otra mirando al futuro por
elevación, sin consenso posible. Porque ni geometría
asimétrica ni dichos rimbombantes: el centro siempre depende de donde se sitúen
los extremos. La elección de Casado implicará una redistribución de espacios,
habida cuenta de que la primera fuerza de la oposición se ha movido hacia atrás
y a la derecha. Temas como las autonomías, la seguridad ciudadana, la educación
concertada, el feminismo, los derechos de la familia, la eutanasia, el aborto,
la confesionalidad, la política penitenciaria, la memoria histórica y los
guiños a la policía y a la monarquía militarán a partir de ahora en el misal de sus ancestros.
Tal como nos han
dejado el País, donde nuestros mayores se ven afectados. El número de
ciudadanos españoles mayores de 65 años que viven en riesgo de pobreza creció
en dos años un 17,4 por ciento, pasando de los 928.530 que se registraban en
2014 a los 1.090.774 contabilizados dos años después. Tengo qué señalar que el umbral sobre riesgo de pobreza
estaba situado en 2016 en 8000 euros anuales para los hogares con un sólo
miembro, en 12300 para los hogares con dos adultos; en 15000 si eran dos adultos y un menor; y de
17.200 en el caso de dos adultos y dos menores. Estos datos, según señala la
misma información del gobierno, varían de un año a otro ya que se componen de los ingresos del trabajo por
cuenta ajena, beneficios/pérdidas del trabajo por cuenta propia, prestaciones
sociales, rentas procedentes de esquemas privados de pensiones no relacionadas
con el trabajo, rentas del capital y de la propiedad, transferencias entre
otros hogares o ingresos percibidos por menores. El anterior gobierno del PP utilizo
la técnica del “embudo” la parte estrecha para el pueblo y demás que no éramos
afines a sus ideas. La ancha para todos ellos y sus afines.
Un PP en franca
decadencia ha elegido a su nuevo líder para intentar competir con Cs –el
recambio preparado por el Capital Conservador, por el espacio electoral de la reacción
monárquica, autoritaria, ultra españolista y neoliberal. Casado, avalado por
Aznar y Esperanza Aguirre, quien ha esgrimido un discurso más derechista que el
del propio Rajoy. Parafraseando un eslogan del
ultraderechista Frente Nacional francés ha dicho que el PP es “el partido de la
España que madruga“, que se dirige a la “clase media“: “Somos la España de los
autónomos que levantan la persiana y saben que están sacando adelante a sus
familias y el país, el partido de los pensionistas ( Qué cara más dura después de
años subiendo las pensiones solo el 0,25%) que quieren unas pensiones dignas,
de los jóvenes que madrugan para ir a clase, que quieren otra ley de
educación”. Ha subrayado que el PP es el abanderado de la honestidad y de la
lucha contra la corrupción. Que mire al gobierno de su maestro y luego hable de
la lucha contra la corrupción. Este jovenzuelo piensa que los españolitos de a
pie no tenemos memoria y no sabemos que el representa a la ROPA VIEJA YA USADA