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lunes, 5 de octubre de 2009

jornada estatales de IZQUIERDA SOCIALISTA -PSOE

















Estas jornadas han servido para reflexionar que una alternativa desde la izquierda, es posible aunque la dirección oficialista, se empeñe en seguir con una politica socio -liberal, que hoy en día no tiene futuro para todo aquel que se sienta socialista.

Escrito por Vicent Garces

Esquerra Socialista d'El Campello/Alacant. 5 octubre 2009

Tal y como os comenté, asistí el fin de semana del 3 y 4 octubre a las jornadas que la corriente Izquierda Socialista celebró en Madrid. El argumento de las mismas era las crisis y las posibles salidas de la misma.

Las intervenciones de los/as compañeros/as que participaron, adolecieron, desde mi punto de vista, de un exceso de institucionalismo. Es decir: nosotros, como miembros de una corriente crítica con las políticas social liberales, ¿no tenemos propuestas para combatir la crisis en la que estamos inmersos?. Yo creo que si: EL SOCIALISMO.

El debate, creo humildemente que fue redundante, abusando si cabe de datos, cifras... Y lo que los/as militantes que asistimos a las jornadas esperábamos eran un paquete de propuestas para debatir, un documento para discutir sobre las diferentes posiciones que se dan en nuestra propia organización e incluso en nuestra propia corriente.

El Partido debe asumir que en su seno existimos. Y existimos como socialistas de izquierda, como marxistas, como hombres y mujeres que, desde la lealtad, planteamos debates de ideas con el objetivo de propiciar un giro a la izquierda que sitúe al PSOE nuevamente a la vanguardia de la clase trabajadora, una clase a la que hemos abandonado en pos del poder, pero ¿poder para qué?. ¿Para gestionar o para transformar la sociedad desde la acción política (como bien definió Vicent Garces, un acto de confrontación de ideas y proyectos)?

No obstante, y a pesar de todo, todos/as los/as que asistimos esperamos que las pocas o muchas conclusiones, las ponencias y también las intervenciones de los/as compañeros/as, sean conocidos por los órganos de dirección del partido, por el Grupo Parlamentario, en definitiva: por la organización, que es nuestra organización.

También hay que decir que, el fraternal ambiente socialista que se respiraba en la sala del Comité Federal, hizo que se establecieran estrechos lazos de amistad militante entre los/as participantes de las diferentes federaciones, algo que, sin lugar a dudas es algo positivo para todos/as nosotros/as, ya que las vías de colaboración que se abrieron, propiciarán nuevos debates, nuevas iniciativas, nuevas propuestas.

Como miembro de la corriente, he vuelto con las pilas cargadas y con el objetivo de que ese giro a la izquierda que pretendemos a nivel global y federal en el Estado Español, pueda propiciarse en nuestro municipio. Que superemos el sentimiento de que toda crítica tiene un componente personal, pues no es así: toda crítica tiene, inevitablemente, un componente político, y en nuestro caso, claramente ideológico.

En principio, y una vez pasen las fiestas locales, convocaré una reunión abierta para comentar las ponencias ( que espero tener en papel) y las conclusiones, así como el ambiente que se respiraba en aquella sala, claramente de izquierdas, claramente marxista, claramente socialista.

SALUD Y SOCIALISMO.


COHERENCIA POLITICA

A nivel individual y grupal suele hablarse de coherencia cuando el pensamiento, las palabras y las obras guardan un apreciable grado de congruencia, cuando son las esperables en cada caso. A nivel del sistema político global el asunto es mucho más complejo, porque no existe en él un centro de conciencia total de toda la problemática afrontada, interna y externa; la conciencia de muchos problemas es escasa e intermitente en la cima del sistema, y son muchas las personas y grupos que intervienen e interactúan. No es extraño que sea bajo, en general, el nivel de coherencia política, salvo quizás en las grandes orientaciones globales. La coherencia siempre ha sido una actitud apreciada en los personajes públicos. Por su escasez manifiesta, los políticos que la han mantenido siempre han sido los más valorados, puesto que manifiestan creer en lo que dicen y no cambian de opinión por intereses espurios. En los últimos años, se habla mucho de la necesidad de la federación, el trabajo en red, la coordinación e incluso de las alianzas entre las entidades del tercer sector –ONG, fundaciones, asociaciones, etc. La administración pide que sean las federaciones sus interlocutores e incluso tiende a favorecer más a las organizaciones federadas, condicionando su apoyo a la pertenencia a algún grupo de entidades. Así, argumentan, se evita la dispersión, se busca un único interlocutor, se favorece el intercambio de buenas prácticas y se aúnan esfuerzos. Este planteamiento tiene muchas ventajas, pero, además, ya responde a una tendencia natural del mundo asociativo. Las entidades, de manera espontánea, se agrupan, participan en proyectos comunes y están dispuestas a sacrificar los personalismos para poder emprender iniciativas conjuntas para un mayor bien común. Esto demuestra el grado de madurez de la sociedad civil y del tejido asociativo. Esta tendencia a trabajar en redes es creciente, no por ello se ha de dejar de trabajar en los partidos políticos, no se puede vaciar de contenidos ideológicos a los mismos, para favorecer el trabajo asociativo, sin mera referencia a una ideología política emanada de los partidos, por mera coherencia política. Para poder sobrevivir con salud y fuerza, la democracia debe someterse a un chequeo. Y es el ciudadano el que tiene la palabra y el que debe tomar el pulso a los diferentes partidos e exigirle coherencia y ética. La ética debe ser el norte de cualquier iniciativa: política, económica, social. El único fin de la ética es el bien de la persona humana, por encima de ideas, creencias y culturas. Los políticos, como mínimo, deberían de apoyar estas iniciativas. La política se entiende como un servicio o no sirve. Los políticos deben gobernar de la mano de la sociedad civil. Juntos podremos construir un modelo de sociedad que todos queremos: que su fin último sea servir a la persona –a todas las personas. Sólo así habrá esperanza en los políticos y se recuperará la ilusión de los ciudadanos y su deseo de participar en la construcción de la sociedad.