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sábado, 5 de junio de 2010

NAZIS = JUDIOS

Numerosas manifestaciones discurrieron por Israel, asociaciones pacifistas y el Partido Comunista Israelí, para protestar contra el ataque del ejército frente a las costas de Gaza contra los navíos de la paz. Era el caso de Beer Sheva, de Haifa, de Tel Aviv y de Jerusalén, así como en las universidades, señal de que los jóvenes y los estudiantes israelís intentan movilizarse. Localizado por l´Humanité mientras se encontraba en la manifestación de Tel Aviv, el diputado comunista Dov Khenin explica : “Estoy muy preocupado. Lo que ha ocurrido en las costas de Gaza muestra que el gobierno no es sólo un gobierno de derecha, es también un gobierno que toma decisiones aventureras, al que realmente le importa un bledo la vida de la gente. Es asimismo muy peligroso para la situación de Oriente Medio. El movimiento Haddash y el Partido Comunista Israelí condenan la decisión tomada conjuntamente por el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y el por el ministro de Defensa, Ehuk Barak, de lanzar un ataque contra los barcos. Toda su política se basa en el uso de la fuerza. Es su única respuesta.”.

El Sindicato de Trabajadores de Puerto de Suecia realizará un bloqueo de todos los barcos que comercien con Israel, evitando así la entrada y salida de productos de procedencia o con destino al país hebreo. El bloqueo se llevará a cabo del 15 al 24 de junio, y será extensivo a todos los puertos del país. Los trabajadores suecos son los primeros en responder así al llamamiento internacional hecho desde diversos ámbitos humanitarios que apela a los trabajadores y sindicatos de transporte y puertos de todo el mundo a rechazar la carga y descarga de barcos y aviones israelíes. El llamamiento es una respuesta a los continuos atentados terroristas cometidos por el Estado sionista contra el pueblo palestino y las organizaciones de acción humanitaria que los apoyan en todo el mundo, cuyo último y dramático episodio ha sido el asesinato a sangre fría de más de una decena de activistas que integraban la Flotilla de la Libertad.

A pesar de su fortaleza aparente, a pesar de sus rasgos aparentes de vitalidad y juventud, a pesar de su fuerza devastadora, Israel es un Estado afectado por una grave enfermedad interna que lo llevará inevitablemente a su propia muerte. Israel hace mucho tiempo que ha decidido que el único camino posible para dar sentido a su existencia es la muerte, el genocidio y el exterminio continuado del pueblo palestino y de todos aquellos y aquellas que apoyen de una u otra manera a Palestina en su lucha por la libertad. Israel es un Estado profundamente amoral, situado por encima del bien y del mal, que no atiende a más razones, ni a más leyes, que a las suyas propias. Israel hace y deshace lo que le viene en gana, cuando le viene en gana, sin que haya nada en el mundo que pueda evitarlo. Y lo hace dejando a su paso una terrible desolación en forma de asesinatos impunes. Es un enfermo terminal. Sufre una enfermedad degenerativa llamada sionismo, que cada día que pasa va minando la salud de su Estado, y acercándolo progresivamente al momento último de su muerte. Es tal el odio que ha sembrado, que será ese mismo odio quien acabe por mandar a Israel al basurero de la historia. Israel es un estado diseñado para exterminar, que será engullido por su propia condición terrorista. Entonces, la voz de los cuatro gatos que hoy apoyan, legitiman y justifican las matanzas israelitas, no será nada frente al inmenso clamor de los miles de millones de personas en todo el mundo que lanzarán gracias al cielo por tal hecho. No habrá misericordia para quien no ha sabido ser misericordioso. No habrá compasión para quien ha hecho de la muerte y el genocidio su bandera. Nadie lloró por los nazis, excepto unos pocos nazis. Y nadie llorará por Israel.

lunes, 31 de mayo de 2010

DEFILES “POS MODERNO

La respuesta social a la crisis no ha sido, hasta ahora, proporcional al descrédito del actual modelo económico. De conflictos y resistencias ha habido, y algunos de relevantes, pero han tenido una base social limitada y dificultades para trascender los sectores militantes organizados y más activos. Las tendencias a la fragmentación predominan por sobre las tendencias a la unificación de las luchas, sin que ninguna de ellas actúe como elemento centralizador y catalizador que permita arrancar un nuevo ciclo de movilizaciones. Faltan victorias que hagan de revulsivo y permitan iniciar un periodo ascendente de acumulación de fuerzas, demostrar la utilidad de la acción colectiva, aumentar las expectativas de aquello posible, vencer el escepticismo o el miedo y, contribuir, como señala el sociólogo Luc Boltanski, a “socializar la rebeldía y a socializar la idea de que la realidad es inaceptable”.
Desfilar con cabras o sin ellas, en formación o pelotones, en una nación sin un puñetero euro, porque la ambición de los empresarios y banqueros del mundo ha sumido en la ruina a medio orbe, es una de las obras teatrales más patéticas de esta monarquía (antes franquismo) obsoleta, inútil, costosa e inculta, apoyada por Almodóvares, Belenes, Manueles, Imanoles, Monteros, Molinas, Lindos, Cebrianes, Marías y Colegas, en forma de Plata (forma), Contrato (basura), Cachupinada Zarzuelera o guateque en La Moncloa, con presidentes góticos, dóricos o pos modernos. El Día del Soldadito es una de las payasadas más caras de las innecesarias tareas gubernamentales, una gratuita demostración de fuerza bruta y potencial armamentístico, indignos de un país que debe velar por el bienestar y la salud de sus ciudadanos, por la obligatoriedad de la aplicación del habeas corpus en cualquier detención, y el destierro de la tortura y el maltrato en las comisarías y cuartelillos.
Las dinámicas de los movimientos sociales son siempre imprevisibles. No se puede ser fatalista, ni llegar a conclusiones prematuras respeto a la debilidad de la reacción social y menos ahora que el anuncio de los recortes puede hacer que se mueva la situación. Estamos todavía en una primera etapa de una crisis de largo recorrido y es necesario huir de lecturas demasiado impresionistas de la realidad. Sin voluntad de establecer comparaciones históricas, no está de más recordar, por ejemplo, que tras el crack de 1929 el movimiento obrero norteamericano tardó más de cuatro años en responder, pasar a la ofensiva y sacudir la vida política y social del país.