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lunes, 31 de mayo de 2010

DEFILES “POS MODERNO

La respuesta social a la crisis no ha sido, hasta ahora, proporcional al descrédito del actual modelo económico. De conflictos y resistencias ha habido, y algunos de relevantes, pero han tenido una base social limitada y dificultades para trascender los sectores militantes organizados y más activos. Las tendencias a la fragmentación predominan por sobre las tendencias a la unificación de las luchas, sin que ninguna de ellas actúe como elemento centralizador y catalizador que permita arrancar un nuevo ciclo de movilizaciones. Faltan victorias que hagan de revulsivo y permitan iniciar un periodo ascendente de acumulación de fuerzas, demostrar la utilidad de la acción colectiva, aumentar las expectativas de aquello posible, vencer el escepticismo o el miedo y, contribuir, como señala el sociólogo Luc Boltanski, a “socializar la rebeldía y a socializar la idea de que la realidad es inaceptable”.
Desfilar con cabras o sin ellas, en formación o pelotones, en una nación sin un puñetero euro, porque la ambición de los empresarios y banqueros del mundo ha sumido en la ruina a medio orbe, es una de las obras teatrales más patéticas de esta monarquía (antes franquismo) obsoleta, inútil, costosa e inculta, apoyada por Almodóvares, Belenes, Manueles, Imanoles, Monteros, Molinas, Lindos, Cebrianes, Marías y Colegas, en forma de Plata (forma), Contrato (basura), Cachupinada Zarzuelera o guateque en La Moncloa, con presidentes góticos, dóricos o pos modernos. El Día del Soldadito es una de las payasadas más caras de las innecesarias tareas gubernamentales, una gratuita demostración de fuerza bruta y potencial armamentístico, indignos de un país que debe velar por el bienestar y la salud de sus ciudadanos, por la obligatoriedad de la aplicación del habeas corpus en cualquier detención, y el destierro de la tortura y el maltrato en las comisarías y cuartelillos.
Las dinámicas de los movimientos sociales son siempre imprevisibles. No se puede ser fatalista, ni llegar a conclusiones prematuras respeto a la debilidad de la reacción social y menos ahora que el anuncio de los recortes puede hacer que se mueva la situación. Estamos todavía en una primera etapa de una crisis de largo recorrido y es necesario huir de lecturas demasiado impresionistas de la realidad. Sin voluntad de establecer comparaciones históricas, no está de más recordar, por ejemplo, que tras el crack de 1929 el movimiento obrero norteamericano tardó más de cuatro años en responder, pasar a la ofensiva y sacudir la vida política y social del país.

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