No hay nada nuevo bajo el sol. Ya sabemos que roban
porque pueden, pueden porque mandan y mandan porque les elegimos. Y aquí está
el meollo de la mafia que mece la cuna del sistema. Somos nosotros mismos,
cándidamente, quienes damos cuerda a la cometa que se convertirá en nuestra
soga. Lo que es cierto es que la
autonomía del elector dura lo que tarda en depositar su papeleta en la urna.
“Si les votas, luego no te quejes”, suele pregonarse desde posiciones de
izquierda para denunciar a la caverna aupada al poder por la gente corriente. Unos
y otros siempre alardean de obrar por el interés general, pero ocultan que
llevan un Plan B en la guantera. El pez grande siempre se come al pequeño, aunque
la pecera la vistan de satén. Además, en España el ciudadano no vota a favor de
un partido, opta por una formación porque quiere impedir que gane la otra, es
un voto a la contra, de protesta, no de conformidad con el elegido. Se votó
contra Felipe González y llegó Aznar en represalia. Aznar fue relevado por
Zapatero, por temas como el Prestigie, la inmunda guerra de Irak y su careto
reaccionario. Y finalmente ha vuelto el PP a La Moncloa por la crisis económica.
El PSOE al plegarse al golpe de los
mercados para cargar la crisis sobre las espaldas de los trabajadores. ¿A quién
vamos a encumbrar ahora para que Mariano Rajoy pague por el inhumano desguace
de lo que quedaba de Estado de Bienestar?. El poder tiene reglas de obligado
cumplimiento. Reglas que, aunque sea a través de esa impostura del “imperativo
legal”, hacen a los abajos firmantes de costumbre dóciles guardianes del
templo. Este enemigo no hace prisioneros. El virus se trasmite con la misma
sintaxis alienante y deshumanizadora que el sistema provee. Y si alguien entra
en su recinto con ínfulas reformistas, la torva realidad suele convertirle en
acólito. Todo está controlado autoritariamente, de arriba abajo, desde lo
privado a lo estatal, y el resto se asume a beneficio de inventario. ¿Cuántos
obreros hay en parlamento español a pesar de que el primer partido de la
oposición se denomina Partido Socialista Obrero Español? ¿Y cuántos en el
gobierno? ¿Cuantos obreros que entran en política se despiden del hemiciclo
como obreros? La inmensa mayoría de nuestros representantes proceden de la
actividad privada y profesiones liberales. Vienen del mundo de los negocios y
cuando dejan el escaño o la cartera ministerial, con la agenda repleta de
contactos, vuelven donde solían pero crecidos por su acopio de influencias y
conocimientos. Lo llaman política de idas y vueltas. Al último portavoz del
Partido Popular en el Parlament valenciano, Rafael Blasco, se le investiga
judicialmente por enajenar fondos públicos recolectados para Tercer Mundo.
Aunque en este episodio no hay sangre azul por medio, sino roja intensa, como
corresponde a un antiguo revolucionario que recorrió todo el escalafón de la
izquierda, desde el PCE al FRAP, pasando por el PSV, antes de dar con la
religión verdadera. El Dios de los delincuentes aprieta pero no ahoga. Los
políticos ofertan lo que los ciudadanos demandan. Hasta que logran el poder.
Entonces olvidan sus promesas y las sustituyen por falsas demandas para su
propio beneficio, levantando un pesebre donde debería existir una sociedad
entre libres e iguales. Lo público auténtico sólo se construye desde la base,
horizontal y democráticamente. Lo estatal es el simulacro con que lo privado
controla lo público. El derecho a decidir no es tal, sino mera retórica para
reafirmar el continuismo, si se ejerce desde arriba. El derecho a decidir
siempre es un ejercicio de soberanía exclusivo y excluyente de los de abajo. Ya
es hora que el pueblo decida con una democracia realmente participativa, España
entre muchas cosas necesita un cambio de ley electoral dando paso realmente a
una democracia participativa.
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