Los
partidos políticos gobernantes en Alemania son materialmente
esclavos desde hace mucho tiempo de la clase empresarial y financiera
que es quien de verdad marca el paso de la política en aquel país.
No se olvide que fueron los socialdemócratas quienes pusieron en
marcha las reformas reaccionarias que han originado el gran
incremento de la desigualdad y del deterioro actual de las clases
trabajadoras alemanas, y es bien sabido que sus posiciones sobre
Europa, el euro o la estrategia del Banco Central Europeo no difieren
prácticamente en nada de las que mantiene la derecha más
recalcitrante.
Se
engaña a los alemanes y los dirigentes alemanes están engañando a
los ciudadanos europeos cuando se les dice que las políticas de
austeridad son la mejor forma de salir adelante y que además son
necesarias por la deuda de otros países, cuando Alemania la ha
tenido siempre más elevada que muchos de ellos y cuando es una
evidencia clamorosa que estas políticas empobrecen a toda Europa y,
a la postre, a los propios trabajadores alemanes y cuando sólo están
sirviendo para justificar la privatización y la desaparición de
servicios públicos y derechos sociales. Se engaña a los alemanes y
los dirigentes alemanes engañan a toda Europa cuando se les dice que
la deuda que hay que reducir deriva de excesivo gasto público
dedicado al bienestar social cuando en realidad procede de los
intereses gigantescos que se pagan a los bancos privados al imponer
un banco central en Europa que no lo es y que sólo sirve para apoyar
y salvar a los bancos privados. La estrategia de la mentira triunfa,
y desgraciadamente de forma muy particular en Alemania, gracias al
poder inmenso que han acumulado las clases más ricas. La riqueza del
10% más rico de Alemania, por ejemplo, pasó del 45% del total en
1998 al 53% en 2008, la del 40% siguiente del 46% al 40% y la del 50%
más pobre del 4% al 1%.
Y
en España ¿que pasa en España?. En una situación de desempleo
galopante y de mayor desigualdad social, que lleva a la miseria cada
día a mayor número de personas, este gobierno de sátrapas, sube
impuestos y tasas, baja salarios y elimina derechos, a la vez que
recorta gastos en sanidad, educación, en desempleo, dependencia y
servicios públicos esenciales para la ciudadanía. No contentos con
todo —ya se veía venir la canallada—, recorta 33.000 millones de
euros el capítulo de pensiones —que hará perder hasta el 28% del
poder adquisitivo en los próximos 8 años—. Recorta en todo, menos
en la casa real y defensa, ayudas a la banca y a la iglesia; sus más
fervientes valedores, estamentos que van a lo suyo: poltrona,
desfiles, ganar dinero y enmudecer conciencias.
El
sueño ilustrado de un continente compendio de libertades, derechos
sociales, solidaridad, progreso y democracia, que en teoría
entrañaba el proyecto de la Unión Europa ha derivado en un
auténtico colapso social. No solo se está conculcando la soberanía
de los países miembros, sometidos a una dependencia hostil de
organismos supraestatales. Además, al amparo de los rescates,
ajustes y medidas de emergencia impuestas por la troika (FMI, UE y
BCE) ha surgido una Europa de dos velocidades, el eterno conflicto
norte-sur llevado ahora al corazón del primer mundo. En la cima
están los pueblos prósperos, con futuro para disfrutar, y en la
sima los deprimidos, con pasado para añorar. De nuevo aparecen los
efectos más terribles de las guerras, con las lesivas secuelas en
forma de desorbitadas indemnizaciones y compensaciones que imponen
los vencedores a los derrotados. Hoy el mito del Estado de Bienestar
ha dado paso a la realidad del Terrorismo de Estado(s). Terrorismo
porque la criminal regresión social inoculada con la crisis no
plasma más que el uso legítimo de la fuerza del Estado contra la
propia población que le sufraga. Y “Estados”, en plural, porque
en la Unión Europea a la que pertenecemos ya no existe un único
gobierno soberano por país sino una subordinación de regímenes
locales a instituciones-crones superiores (CE, BCE, FMI) cuyo poder e
influencia se ejerce en la irresponsabilidad de la larga distancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario