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martes, 10 de mayo de 2016

ESTADO Y LUCHA

Para la lejana Roma del circo de fieras se acepta hablar de una sociedad corrompida. Para lo presente hay silencio. La izquierda debe explicar que los que aparecen como ciudadanos normales ajenos a escándalos a menudo o casi siempre son parte de la descomposición. No se trata de hechos aislados en los bordes de un conjunto mayor impoluto. El sistema es una estructura de competencia, lucha y explotación del otro donde lo normal es la trampa, el engaño. La explicación por contexto tácito de los vicios particulares es una justificación mañosa de la corrupción estructural: son actos marginales durante el funcionamiento de la sociedad. Ilegalidades o faltas éticas puntuales repudiadas públicamente. La corrupción abarca de arriba hasta abajo. Es de siempre. Y el capitalismo la convirtió en sistema serio, teorizado, legal. Hoy en imperio global.
Para los economistas del FMI el nuevo villano es el límite cero de la tasa de interés. Esto estaría provocando el efecto “perverso” de que el descenso en los precios de crudo no actúa como un estímulo para la actividad económica. Y si los bajos precios de petróleo persisten podríamos ver un tsunami de quiebras en las empresas petroleras que apostaron a que los precios altos se mantendrían por largo tiempo, lo que podría dislocar todavía más al sector financiero. Son muchos los economistas que insisten hoy en las dificultades que entraña el límite cero de la tasa de interés. Lo cierto es que después de siete años de tasas de interés cercanas a ese límite la economía mundial no sólo no puede recuperarse de la crisis, sino que parece querer instalarse en un estancamiento secular, esto unido a la corruptela que se manejan en estos ambientes, hacen que todo el peso económico caiga sobre los más desfavorecidos de la sociedad.
El Estado es la condensación de la lucha de clases en la esfera política e interviene en la esfera económica para facilitar la reproducción ampliada del capital. Pero esfera política está atada, unida, por la ley del valor, la cual organiza las relaciones de producción. El carácter del Estado es separado por derivar de la atomización que genera la producción privada a gran escala, y es esta separación, la que le permite efectuar una normalización del espacio público y privado que posibilita facilita el funcionamiento de la ley del valor. Por tanto, el Estado, a través de su intervención, es un elemento esencial en la reunión de elementos atomizados. Esto explica porque el Estado es condensación de la contradicción que nace de entre capital y trabajo. Una de las funciones fundamentales del Estado es la intervención y reacomodamiento en los procesos de desvalorización y destrucción de capital –constante, pero también variable, como demuestra la última reforma laboral– para recuperar, en la medida de lo posible, la tasa de ganancia. De este modo, las propias contradicciones que genera los efectos de la crisis entre los distintos capitales a través de la lucha que lleva cada uno para salir vivo de la quema que anuncia la bajada de la tasa de ganancia, espolea las luchas inter-capitalistas, como son la crisis territorial –agudizada por el hecho de que la construcción de la nacionalidad española ha sido históricamente muy precaria, y no las menos de las veces militar y anti-popular– así como la aparición pública de los casos de corrupción. Los ciudadanos que están separados los políticos, los corruptos, el españolismo, la casta, los multimillonarios, hay encuadramiento para cada perfil social– sobre los cuales se proyecta la culpa derivada de la incapacidad de la sociedad de reapropiarse de sus capacidades productivas. No nos podemos olvidar que hoy la lucha de clases esta más vigente que nunca, tanto a nivel Estado como a nivel internacional.

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