El descenso
de la renta media ha contribuido la destrucción de empleo y las políticas
impuestas de moderación salarial, además de las reducciones en las prestaciones
sociales y el cambio en las políticas impositivas hacia un modelo tributario
regresivo, que impone subidas de impuestos como el IVA o el aumento de los
tipos marginales de IRPF, gravando las rentas medias y bajas y dejando fuera de
la progresividad a las rentas más altas.
Se observa así un aumento sin precedentes
de la desigualdad. Desde el inicio de la crisis, la diferencia entre la resta
del percentil 80 y el percentil 20 ha crecido alrededor de un 30%.
Se puede afirmar que en la sociedad
española existe un proceso de empobrecimiento paulatino, llegándose en el momento
actual a un 26,8% de personas en situación de pobreza y exclusión social. Esto
significa que casi un tercio de la población se encuentra “fuera de juego”,
excluidos del crecimiento y sin perspectivas de futuro. Además, preocupa
especialmente el incremento de la pobreza severa, aumentando en más del doble
los hogares sin ingresos entre 2007 y 2012, en concreto se ha pasado de 300.000
a 630.000 hogares sin ingresos en cinco años.
Los recortes sociales y las medidas de
contención del déficit público que se están aplicando durante la crisis
económica están contribuyendo a empeorar la situación, porque van acompañadas
de medidas muy regresivas en materia tributaria. Lo que está haciendo que la
distribución de la riqueza sea totalmente desigual y su tendencia es a empeorar
y a enquistarse de forma estructural si no se cambian las políticas económicas.
Los recortes sociales del Estado del Bienestar resultan una pérdida de derechos
que pueden provocar una quiebra definitiva en la sociedad española, arrojando a
los más pobres a la marginalidad y a la vulnerabilidad extrema.
Si
tenemos en cuenta que esta pobreza ha alcanzado a el 26,7% de los menores de 16
años, esto es una realidad que no se puede ocultar, por más que los celebros bien pensantes nos estén
bombardeando que ya se ve la luz al final de túnel. Somos pobres, porque quien tenia que velar
por nuestra economía, no lo ha hecho se ha dedicado a rescatar el sistema
financiero, en lugar de hacer un rescate a toda regla a las familias. Esto se
consigue con un banco hipotecario bueno estatal, da soluciones económicas a las
familias y ayuda a los autónomos y la
pequeña empresa con créditos estatales, que son en definitiva quien crea empleo
en este país.
Pobres
somos la mayoría de trabajadores y autónomos que, después de pagar impuestos
fiscales abusivos, seguros de autos, de vivienda, de comercios, luz, teléfono,
agua, contribución, gasolina... nos queda un sueldo de podredumbre para poder sobrevivir. Todo lo
que simboliza el actual sistema de usos de esta sociedad está prostituido. Su
política ha agotado toda credibilidad. Los pilares de esta civilización caen
por la corrupción de aquellos que los mandan construir. La clase trabajadora es
aplastada, ahogada y asesinada por el peso de este capitalismo con vestiduras
de democracia. Pero nuestra libertad de
conciencia ya no puede dejarse manipular más por la voz de inicuas leyes.
¡Debemos obedecer la voz de nuestra propia conciencia! ¡Debemos ser nosotros
mismos... y actuar! Hay que perder el miedo para ganar la dignidad.
¡Conciencia, Libertad, Humanidad! Es el nuevo grito de puño cerrado hacia esta
toma de conciencia total. Los pobres somos mayorías es hora de coger las rienda
de nuestro destino y esto lo podemos conseguir teniendo claro, que la lucha
cotidiana es una lucha de clase.
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